Juego de ojos
Pepe Oneto y la transición española
Por: Carlos Ramírez
Conocí a Pepe Oneto por sus textos antes que verlo en persona. En 1974, yo apenas con tres años en el periodismo práctico, llegaban a la Ciudad de México algunos ejemplares de la revista Cambio 16. Pero sólo se vendían en un puesto de periódicos en la céntrica Avenida Juárez. Cada semana pasaba por ahí y el vendedor me tenia apartado un ejemplar. Ahí supe de la transición española antes de que fuera propiamente una transición.
Yo era, por entonces, un periodista práctico, sin formación académica. Pero desde el principio me documentaba con los temas. La transición española me sedujo. Inclusive, como reportero del periódico El Día, dirigido por el excomunista y entonces priísta de izquierda Enrique Ramírez y Ramírez (sin parentesco), me exigía saber sobre todo de la policía española y de la realidad latinoamericana entonces atravesada por fascismos militares. En ese diario escribía, como analista español desde Madrid, Eduardo Haro Tecglen.
Los textos y columnas de Oneto me llevaron a leer mucho de la transición española. En 1975 estuvo en México Santiago Carrillo como miembro de la Junta Democrática y como reportero de El Día estuve en la conferencia de prensa que terminó en malos términos. Un reportero mexicano le preguntó a Carrillo sobre los muertos de Paracuellos y el líder comunista perdió los estribos y se engarzó en un debate inútil sobre el oficio de periodismo.
Luego supe que Carrillo tuvo una reunión con Jesús Reyes Heroles, historiador, intelectual y entonces presidente del PRI, y uno de los presentes, el político Rodolfo Echeverría Ruiz, me contó que Carrillo le sugirió a Reyes Heroles que México debiera buscar una transición a la democracia. El mexicano rechazó la sugerencia porque dijo que los regímenes de Franco y del PRI eran diferentes, que con todo México no era una dictadura como la española. En efecto, en 1975 estaba funcionando la reforma democrática de Echeverría y había liberado a los encarcelados líderes del movimiento estudiantil del 68. México era, en las tipologías politológicos, un Estado autoritario con democracia controlada procedimental.
A lo largo de los años fui acumulando aquellos ejemplares de Cambio 16, pero los perdí entre cambios de casa. Luego de que estuve en 2011 en Madrid para entrevistar a personajes de la transición española para un programa de televisión que hice como periodista independiente y que coloqué en estaciones de TV en el interior de México hice un esfuerzo por internet para buscar ejemplares de Cambio 16 de aquellos años y tuve la suerte de lograr mi objetivo: un paquete de revistas de 1974 a 1984 encuadernados, algo así como veinte tomos. Los tengo hoy en mi biblioteca junto a colecciones de la revista Vuelta, Política, El Espectador, mi propia revista La Crisis y algunos oras colecciones parciales.
Luego de una entrevista, en un par de visitas a Madrid me reuní con Oneto. La magia del internet me permitió acceder a sus columnas y con su autorización las sumaba a mis publicaciones en México.
Como reportero y columnista Oneto desplegaba un estilo narrativo ágil, sin lucimientos, se notaba la pasión, su lenguaje mostraba un conocimiento del español sin florituras, con un ritmo casi musical. Oneto siempre fue un periodista-reportero, en contacto con la noticia y la coyuntura, pocas veces trataba de racionalizar análisis, lejos del estilo politológico que muchos reporteros practicamos a veces para ir más allá de los hechos.
De una entrevista de casi una hora extraigo las dos preguntas finales, luego de que Oneto me contó la transición vivida y sentía en tiempo real, él como periodista tratando de entender y explicar los acontecimientos,
CR.- ¿Dónde estabas cuando el golpe de Tejero?
JO.- Yo estaba en mi oficina
CR.- Y de ahí escuchaste por radio, ¿tu primera reacción qué fue, esto se acabo?
JO.- No, mi primer reacción fue llorar yo me eche a llorar y dije bueno pues todos estos años de pelea no han servido de nada, total que ahora volver a empezar otra vez volver a los años oscuros, a la censura, pero en el fondo yo pensaba que era muy difícil que ese golpe durara mucho, que sí que podía triunfar porque había varios capitanes generales que estaban metidos en el golpe que luego se echaron atrás pero que ese golpe en Europa no tenía cabida, que tarde o temprano eso duraría unos meses, pero claro mi primera reacción fue de frustración, de que habíamos perdido muchos años, que habíamos peleado mucho y que no había servido de nada.
CR.- ¿Cuándo termina simbólicamente la transición?
JO.- Hombre, ahí hay mucho debate, yo creo que realmente la transición termina con la alternancia en el poder, yo creo que la transición termina con la llegada de Felipe González en el año 82 al poder y se pone de manifiesto que la constitución funciona, es decir, que aunque Felipe llega después de un golpe de estado y que eso le produce un gran crédito porque parte de electorado vota porque haya seguridad, mano dura y coherencia y no el periodo ese que tuvimos final de Suárez y también de Calvo Sotelo y yo creo que en ese momento se consolida la monarquía como sistema y sobre todo se pone fin a la transición. Otros dicen que no, que la transición termina cuando se produce la otra alternancia y el partido popular vuelve a ganar, pero yo creo que en términos generales se produce en octubre del 82 con la victoria espectacular del PSOE.
Como siempre ocurre, los periodistas que abrieron las puertas de la democracia fueron marginados por la irrupción de otros que aprovecharon esos espacios. Pero de Pepe quedan sus columnas y sus reportajes. Ojalá que algún día alguien los ponga en orden y las publique como libro de historia y de periodismo de combate.