Erotismo virtual y las cavernas del desierto
A juicio de Calderón, la candidata panista perdió dos meses de campaña en explicar al electorado por qué era diferente, en lugar de presumir los logros de los gobiernos emanados del PAN. ¿Logros? ¿Cuáles? A la pobre mujer no le quedaba otra que la de presentarse disímil a quien pretendía suceder.
La actitud de Calderón no extraña. Corresponde a la de los mediocres que, es sabido, buscan siempre culpar a los demás antes que aceptar su propia responsabilidad.
Peor aún, pareciera no distinguirse en ese mar de mediocridad en el que se ha convertido la llamada “política nacional” donde, sólo para empezar, tiene ya un buen rato en la que se hicieron a un lado los ideales, mismos que fueron sustituidos por los programas.
Por eso fue que el michoacano reprochó a Vázquez Mota no haber hecho énfasis en los que su Administración fue exitosa, en lugar de encomiar el ideario de su partido… si es que éste aún existe cuando menos en los archivos del edificio panista.
La mediocridad, en efecto, es el signo de Calderón.
Lo calificó así, a principios de este año, quien se perfila a sucederlo en Los Pinos, cuando en una reunión celebrada en Puebla señaló que en los últimos doce años “las mediciones o resultados que se tienen en algunos rubros son indicativos de la pobre y mediocre actuación que ha habido desde el Gobierno. Los logros de los gobiernos de la derecha han dejado mal a México”, dijo Enrique Peña.
Mediocridad.
Aunque dice por ahí un amigo que ser mediocre no es del todo malo. Porque el mediocre es uno de los muchos seres humanos que está destinado a ser feliz, siempre y cuando acepte de buen grado su condición.
Dice también que, en sentido contrario, cuando la mediocridad está mal digerida, ésta convierte al mediocre en un ser huraño y frustrado, que acaba culpabilizando al resto del mundo de lo que él considera una desdicha.
Así las cosas, hay mediocres que fueron agraciados con atributos sobresalientes. Con más habilidad que capacidad, porque el viento sopló a favor o porque la tempestad hundió a todos los veleros menos al propio, muchos mediocres se ven premiados con la bendición divina o popular, incluso con el fraude electoral.
Pero mantenerse a flote requiere que nadie note su mediocridad más de lo necesario.
Y para ello el mediocre se rodeará, tanto como sea posible, de cuantos mediocres, más mediocres que él, pueda encontrar, a fin de no destacar en mediocridad más que los demás mediocres.
Cuando esta forma de mediocridad se practica por el presidente del comité de administración de un condominio, por ejemplo, rodeándose de vicepresidentes ineptos, puede tener resultados desagradables –como por ejemplo que el agua no salga por las tuberías o que las paredes de las escaleras estén despintadas. Pero cuando es el ocupante de Los Pinos quien tapa su mediocridad con Corderos, Ferraris, Ruiz Mateos, Navas, Martínez Cázares; Molinares, incluso Josefinas, alguien debería decirle que retirarse e instalarse plácidamente en la mediocridad no es un fracaso si ya has conseguido la pensión vitalicia, las escoltas, por la que –como buen burócrata– tanto has luchado.
Índice Flamígero: Dice la Wikipedia –moderno tumbaburros digital– que “una de las más famosas leyendas del Titanic es la relativa a su orquesta musical. Durante el hundimiento, los ocho miembros de la banda dirigidos por Wallace Hartley, se situaron en el salón de primera clase en un intento por hacer que los pasajeros no perdieran la calma ni la esperanza. Más tarde continuaron tocando en la parte de popa de la cubierta de botes. La banda no dejó de tocar incluso cuando ya era seguro que el buque se hundiría.” Así interpretamos muchos la actuación de Felipe Calderón, cantando en la reunión con legisladores panistas, mientras el PAN se va a pique. + + + Serenos, serenos, como dice el clásico. Ya sólo hay que resistir 115 días.
www.indicepolitico.com / [email protected]
QMex/fr