Abanico
Afirmaba el general prusiano Carl von Clausewitz que la guerra es “un acto de violencia para obligar al contrincante a cumplir nuestra voluntad”. Esto es: una guerra se gana si con la utilización de la fuerza se logra imponer al adversario lo que se pretende.
Y en el caso de Calderón y de su guerra el resultado le es del todo adverso. Todo indica que quienes se le impusieron fueron aquellos a quienes creyó combatir, cual fácilmente se demuestra con los casos de corrupción e involucramiento con “el enemigo” del que existen sobradas pruebas en la Secretaría de Seguridad Pública federal y, claro, en la fallida Policía Federal.
En cuatro meses y días más, Calderón cesará su ocupación de Los Pinos con el amargo sabor de la derrota en sus resecos labios.
Porque tras 70 mil muertos (entre narcos, soldados, marinos, policías, periodistas, funcionarios y civiles) o más, tras decenas de miles de desplazados y desaparecidos, el que quedó tocado de muerte no fue el narco –antes, todo lo contrario–, sino la fallida Administración de Calderón… lo que además quedó más que confirmado en las urnas.
Item mas, Calderón cayó en la trampa que le tendieron aquellos que le aconsejaron “legitimarse” a través del abusivo empleo del monopolio de la violencia “legítima” del Estado, sin tomar en cuenta que el orden inicia con el respeto de todos por la ley, comenzando por el de las autoridades.
La historia de nuestro país nos dice también que la represión jamás ha sido útil para resolver conflictos políticos, cual pretendió Calderón en el 2006; si acaso ha podido ayudar al gobierno represor a salir ilegalmente de la coyuntura, a cambio de la condena presente y futura de sus titulares, pues al final resulta siempre más responsable quien ordena que quien cumple la orden.
Así, el ejercicio excesivo de la fuerza pública se ha convertido invariablemente en una trampa que termina por sacrificar literalmente al pueblo y por imponer una sanción histórica al inquilino o, en este caso ocupante, de Los Pinos que actúa como represor.
La lección de esta segunda derrota de Calderón es que la democracia únicamente puede funcionar en una sociedad secularizada, no militarizada y, menos todavía, bajo el acoso de policías corroídas hasta la médula por la corrupción, cual es el caso de la Federal.
El fracaso de la estrategia bélica de Calderón se puede medir no sólo con la violencia extrema con que los cárteles han sumido al país, sino también con los números de un negocio ilícito masivo del que Estados Unidos es también responsable. En resumidas cuentas, el flujo de narcóticos a los Estados Unidos va en aumento. Los cárteles mexicanos se han adaptado ante la guerra y han diversificado sus operaciones que ahora incluyen secuestros, extorsión y tráfico humano, entre otros giros criminales.
Y lo peor, con muchos más de aquellos que dicen combatirlos ya ahora de su lado. Muchos, muchos más de los que siquiera imaginamos.
Una derrota, en fin, condujo a la otra.
La que le impusieron en las urnas en 2006, fue la primera.
La segunda es la más dolorosa: Calderón perdió la guerra. Ya hasta sus principales mariscales huyeron al bando contrario.
Índice Flamígero: Quién sabe si merecidos o no, el caso es que en plena efervescencia post-electoral el candidato triunfante Enrique Peña Nieto se tomó unos días de descanso la semana pasada. A partir de hoy, quien lo hace es su second Luis Videgaray. + + + Escuchaba decir, hace unos días, al propio Miguel Ángel Mancera, virtual próximo jefe de gobierno del DF, que se le han aparecido hasta parientes de cuya existencia ni siquiera sabía. No deberán ser tan incómodos cual sin duda sí lo son ya sus “cuates” de la infancia, Luis Ernesto y Julio César Serna, además de José Ramón Amieva Gálvez –exsubprocurador Jurídico y de Derechos Humanos–, y de Manuel Granados, quienes presumen estar elaborando el programa de gobierno y “palomeando” a los miembros del gabinete, mientras el ex procurador del DF hace relaciones públicas. ¿Poderosos tras el trono? + + + Otro fracaso de Calderón, el de la carestía, se refleja en la colaboración de hoy de don Alfredo Álvarez Barrón, El Poeta del Nopal: “La inflación… está cañón: En infernal carrera de relevos / la voraz inflación nos adelanta / y con el alza del precio de los huevos / ¡atravesados los tengo en la garganta!” + + + Ya falta menos. Sólo 144 días más de derrotas y fracasos.
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