Abanico
Y es que, cual sucede cada ocasión en la que el establishment se siente amenazado por variables que escapan a su control –y el surgimiento del movimiento estudiantil tras la visita de Enrique Peña a la Ibero, es una de esas variables sobre las que difícilmente se puede encauzar–, suelta a sus perros de caza, persigue, hasta la desaparición.
Pero esta vez los jóvenes no se rindieron. Alzaron cara y llevaron adelante su hoy muy festejado debate.
Estos jóvenes “le dieron la vuelta a la tortilla” y, en pocas palabras, evidenciaron el miedo en aquellos que pretendían atemorizarlos. Ese es el mayor de los muchos triunfos que conquistaron la noche de este martes 19 de junio.
Porque, cuando menos desde el 2006, muchos ya sabemos que la generación del miedo es una potente arma de control y dominación ejercida por los poderosos –bien que ese poder surja de la política, las finanzas, los sindicatos y hasta los cárteles delincuenciales–, generalmente propagado a través de los medios de comunicación.
En las vísperas de aquellas elecciones, Vicente Fox, su partido, “su” candidato y los poderes fácticos que entonces lo arroparon, lanzaron una formidable campaña exaltando los tradicionales miedos sociales que, en serio, aterrorizó a tal grado a los desinformados que los hizo votar en contra de sus propios intereses.
Tal no es un fenómeno privativo de nuestro país ni de nuestros “políticos”. Una amiga me recuerda, por ejemplo, que hace no muchos meses la londinense BBC transmitió una serie de documentales bajo la rúbrica El Poder de las Pesadillas, en el cual se reflejo la importancia del miedo como arma de manipulación:
“En el pasado los políticos prometían un mundo mejor. Tenían distintas formas de lograrlo. Pero su poder y autoridad surgía de la visión optimista que ofrecían a su pueblo. Esos sueños fracasaron y, hoy, la gente ha perdido la fe en las ideologías. Cada vez con más frecuencia, los políticos son vistos simplemente como administradores de la vida pública…
“Pero ahora han descubierto un nuevo papel que restaura su poder y autoridad. En vez de repartir sueños, ahora los políticos prometen protegernos de las pesadillas. Dicen que nos rescatarán de peligros terribles que no podemos ver y que no comprendemos…”
En ese tenor, las pesadillas de las que dice va a protegernos el candidato ausente del #DebateYoSoy132 resultan mínimas frente a la magnitud de la pesadilla que para el propio status quo ya representa la movilización de las juventudes informadas de nuestro país.
Peña no asistió al debate de los universitarios no porque haya ejercido su libertad de no hacerlo, como dijo en la radio el coordinador de su campaña. Lo ató el temor. Lo detuvo el miedo. Porque la libertad, definitivamente, no surge del miedo. Todo lo contrario.
Peña no asistió al #DebateYoSoy132, por el miedo que le provoca la espontaneidad, frescura y, sobre todo, inteligencia de los jóvenes.
Tuvo miedo al error, miedo a no ser reconocido por los atributos que le han creado, miedo a perder el puesto, miedo a no saber asumir riesgos, miedo a tomar decisiones, miedo al éxito, miedo a no ser reconocido socialmente, miedo en definitiva a no saber cómo enfrentarse a cada una de estas cosas porque, detrás de ellas, siempre hay algo que es desconocido y eso es precisamente lo que le frenó.
El #DebateSoy132, lo vimos muchos, fue imparcial, objetivo. Se dio en un marco de seguridad y, sobremanera, de respeto a los candidatos.
Sin miedo, Peña Nieto hubiese salido doblemente triunfador. Primero, por haberse atrevido a presentarse en un escenario que, cierto, no iba a caer incondicionalmente rendido ante sus reales y supuestos atributos. Dos, porque seguro lo habrían preparado para lanzar una frase, un reto, que la mañana de ayer habrían recogido los medios –esos medios que hostilizaron a los jóvenes durante los últimos días– como titular de su nota principal. Pero…
Le ganó el miedo.
Índice Flamígero: La novedad del #DebateYoSoy132 fue el anuncio del gabinete de Josefina Vázquez. Y ya recibió la primera declinación. El Premio Nobel Mario Molina dijo así, ayer, en tres tweets: “Con mucho respeto pero siendo claro tengo que decir que jamás sería parte del gabinete de la Sra. Vázquez Mota porque no quiero. Jamás podría aceptar estar en un equipo de trabajo en el que también se encuentra una persona como Molinar Horcasitas. Ser parte de un gobierno que tiene en su espalda la muerte de más de 60,000 mexicanos y que ha aumentado la pobreza extrema sobre todas las cosas, que sigue sin adjudicar responsabilidades por el lamentable suceso de la guardería ABC”… + + + Y a este criminal sexenio, del que todos queremos deslindarnos lo antes posible, ya sólo le restan 163 días.