Libros de ayer y hoy
Muchos lo sabían y lo entendían a la perfección. Sin embargo, muy pocos se atrevieron a decirlo con todas sus letras. ¿Y qué es eso que muchos sabían y que no se atrevían a decir? Que, en el fondo, las exigencias de Donald Trump al nuevo gobierno mexicano no son más que un chantaje deliberado para mantener en un puño a “la Presidenta” mexicana
Y es que cuando el mandatario norteamericano exige a México cerrar sus fronteras a la migración y acabar “con la intolerable alianza del Gobierno mexicano con los cárteles criminales”, en realidad lo que reclama Trump es que la presidenta Claudia Sheinbaum no solo rompa con su padre político, AMLO, sino con los cárteles de la droga, aliados de la 4T.
Sí, al final de cuentas, en un comunicado que la Casa Blanca difundió la noche del sábado, el presidente Trump confirmó que impondrá aranceles de 25% a los productos mexicanos y canadienses.
Pero la verdadera sorpresa fue que el gobierno de EE. UU. le dijo “pan al pan” y “vino al vino”. Sí, de forma textual, la Casa Blanca consideró “como intolerable la alianza del gobierno mexicano con el crimen organizado”.
Dicho de otro modo, resulta que el nuevo presidente de Estados Unidos sabe a la perfección que la “señora Presidenta” no será capaz de romper ni con su antecesor y menos con los cárteles criminales que la llevaron al poder, lo que coloca al Gobierno mexicano como verdadero rehén de Trump.
De esa manera, el nuevo mandatario norteamericano tiene y tendrá en un puño al Gobierno mexicano, no sólo porque impondrá 25% de aranceles a las exportaciones mexicanas, sino por la amenaza latente de que sean llevados presos tanto Obrador, como todo los políticos y gobernadores de Morena.
En el otro extremo, “la señora Presidenta” será incapaz de mover un dedo, ya que sigue atrapada por sus dos más importantes aliados; López Obrador y el crimen organizado.
Más aún, frente a la remota hipótesis de que Claudia Sheinbaum pudiera sacudirse la tutela de López y sus pactos con los cárteles criminales, no sería descartable que el arrogante Trump ordenara una purga de “naco-políticos” mexicanos, para mantener su control sobre el debilitado Gobierno mexicano.
Lo cierto es que frente al populista Trump –que no es más que un remedo del propio AMLO–, la señora Sheinbaum no tiene prácticamente ningún margen de maniobra y su gobierno pasará a la historia como aquel que destruyó la democracia, los tratados de libre comercio y llevó a la ruina a 130 millones de mexicanos.
Claro, a menos que “la señora Presidenta” decida una verdadera trasformación, un cambio de 180 grados, capaz de regresar a México por la ruta de la democracia, por la división de poderes, por la autonomía de los poderes Ejecutivo y Legislativo, la restauración de las instituciones autónomas como la CNDH, el INAI y, sobre todo, que sea capaz de llevar a prisión a todos los capos del crimen organizado.
Y es que, en los hechos, el México de hoy es una copia de los tiempos de lo peor del viejo PRI, ese que desde 1990 debió cambiar de forma radical en dirección a la democratización de la vida nacional, que debió transitar por elecciones legales, libres y creíbles, pero sobre todo de instituciones autónomas.
Y si lo han olvidado, el artífice de esa trasformación es el hoy odiado expresidente, Ernesto Zedillo quien, paradójicamente, pacto con Obrador la democratización de la vida nacional, las elecciones creíbles, la instauración de órganos autónomos y la independencia del Poder Judicial, entre otros cambios.
Vale recordar, por eso, que pocos días después de que asumió el poder, Ernesto Zedillo viajó a Europa para ofrecer a todos los países de la naciente Unión Europea, un tratado de libre comercio, que beneficiaría a todos, luego del TLC firmado entre México y Estados Unidos.
La propuesta de Zedillo fue bien recibida por los europeos, quienes exigieron cambios significativos en México, para convertirse en una verdadera democracia. Para eso debía contar con instituciones confiables para la impartición de justicia, debía dar paso a la alternancia en el poder y, sobre todo, contar con elecciones no sólo libres, sino creíbles.
Gracias a todos esos cambios impulsados por Zedillo, México se convirtió en el país con el mayor número de acuerdos comerciales, pero también acabó la nefasta etapa del PRI invencible en las urnas.
Al tiempo que se renovó por completo el Poder Judicial, se creó el INE, le otorga independencia al Banco de México y arranca la alternancia en el poder en los tres órdenes de gobierno; federal, estatales y municipales.
De esa forma, en 1997 el PRD llevó a Cuauhtémoc Cárdenas a la jefatura de gobierno del DF; en el año 2000 Vicente Fox se convirtió en el primer presidente opositor, por la vía del PAN, en tanto que el PRD lleva a López Obrador como jefe de gobierno del DF, por seis años.
Luego de dos décadas, en 2018, Obrador llega al poder presidencial, gracias a los cambios impulsados por Zedillo, pero López en realidad inició el desmantelamiento de todas las instituciones de la democracia mexicana, al extremo de que el crimen organizado se apoderó del poder político.
En efecto, López Obrador y Donald Trump son como dos gotas de agua; igual de mentirosos, populistas, fantoches, autoritarios y con un fuerte tufo dictatorial. Y por eso resulta imposible su convivencia política y diplomática.
Pero también por eso, Donald Trump le exige a “la señora Presidenta” romper con AMLO y con sus socios del crimen organizado, condiciones que resultan imposibles de cumplir. ¿Lo dudan? Al tiempo