
Visión financiera
¡Premió al despojo y fin de la propiedad privada!
Además de la concentración total del poder; además de la cancelación de libertades como la de expresión y del despotismo sin freno, otro de los signos que distingue a toda dictadura es el fin de derechos elementales, como la propiedad privada.
Es decir, que en todas o casi todas las tiranías del mundo, por decreto se despoja a los ciudadanos de derechos básicos, como la propiedad privada; atentado a un derecho humano que, con mucha regularidad, abre la puerta a una de las peores prácticas de las dictaduras; el robo de Estado.
Pero en el caso mexicano resulta aún peor el despojo, ya que asoman tintes mafiosos que pretenden beneficiar a los profesionales de la práctica criminal conocido como “invasión de propiedad privada”.
En pocas palabras, resulta que a través del director del Infonavit –el fallido ex director de Pemex, Octavio Romero Oropeza–, el gobierno de “la señora presidenta” anunció que “los invasores de vivienda” podrán disponer de créditos del propio Infonavit, para regularizar el robo de las viviendas invadidas.
Lo ridículo del tema es que el despojo y apropiación ilegal de vivienda y predios, no es novedad para Claudia Sheinbaum quien –en su momento y junto con su primer esposo–, se apropió de manera ilegal de un terreno en donde construyó su casa, para luego regularizar la propiedad, pasando por encima de la ley.
Pero tampoco es el único caso. En sus mocedades políticas, el actual líder del Senado de la República, Gerardo Fernández Noroña, consiguió su primer departamento mediante triquiñuelas “porriles”.
Resulta que Noroña invadió la construcción de un conjunto de departamentos, en la Colonia Del Valle, y condicionó el desalojo de tal obra a que le fuera regalado uno de los departamentos en construcción.
Al propietario de la edificación no le quedó más remedio que ceder al chantaje del “porro” Noroña, de lo contrario la obra no se reanudaría, con la pérdida económica que ello podría significar.
Pero vamos por partes. Resulta que el escándalo de la legalización del despojo fue tal que pronto llegó a la “mañanera” de ayer miércoles.
Como es habitual, Sheinbaum trató de desviar el tema con el sambenito de que la propiedad privada está consagrada en la Constitución, a pesar de que el director del Infonavit aseguró que no se castigará la invasión de viviendas y que, en su lugar, se escrituraría la propiedad, al delincuente que la invadió.
Sí, por increíble que resulte y por absurdo que parezca, desde el gobierno federal se manda el mensaje de que el mejor camino para adquirir vivienda no es el esfuerzo y menos el trabajo duro. No, los gobiernos de Morena estimulan la criminal invasión, como la mejor alternativa para acceder a un bien inmobiliario.
La alarmante declaración estalló en redes, pero sobre todo entre la clase media mexicana, al extremo de que, por ejemplo, en tono burlón, Ricardo Salinas dijo en sus redes: “¿Para qué comprar casas, si las puedes invadir?”.
Pero más allá de cáustico que pueda resultar el tema, lo cierto es que no es menor el problema de la morosidad en el pago hipotecario del Infonavit, tampoco el abandono de propiedades por parte de los legítimos dueños y menos la creciente invasión, por verdaderas mafias criminales.
En el primer caso, el de la morosidad en el pago de las hipotecas, el problema se dispara a causa del creciente desempleo. Pero en lugar de buscar estrategias para ayudar a los morosos, el gobierno federal estimula la invasión.
El segundo caso, el del abandono de viviendas, tiene su origen en las tortuosas y a veces inexistentes reglas para llevar adelante un juicio de desalojo. Es decir, las casas y departamentos abandonados no se ponen en renta por temor a inquilinos tramposos a los que resulta imposible desalojar.
Y es que en ocasiones cuesta más caro el juicio de desalojo, que el propio valor de la vivienda.
Pero el problema mayor, el de la invasión de predios y propiedades, es igual de tortuoso y costoso, lo que es aprovechado por las mafias criminales que han convertido “la invasión” en un lucrativo negocio al amparo del poder.
Lo cierto es que, en el fondo, asistimos a otro “ensayo” dictatorial; una iniciativa que pretende pulsar el ánimo social, frente al endurecimiento de la dictadura que ya estamos viviendo. ¿Lo dudan?
Al tiempo.