Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido
¡Aval oficial a los “narco-gobiernos”!
En México las “narco-elecciones” y los consecuentes “narco-gobiernos” y “narco-gobernadores” ya cuentan con legitimidad oficial.
Es decir, que las bandas del crimen organizado, en general, y los capos de la droga, en particular, ya tienen aval oficial para reclutar ejércitos que puedan intervenir en los procesos electorales; intimidar electores, comprar candidatos, organizar carruseles para hacer ganar a tal o cual partido y, por consecuencia, ya tienen la venia del Estado mexicano para imponer gobiernos.
Y todo eso lo pueden hacer con el aval del presidente de los mexicanos y, sobre todo, con la bendición del Tribunal responsable de validar la legalidad y legitimidad de las elecciones municipales, estatales y federales.
Pero claro, los grupos mafiosos pueden hacer todo eso y mucho más en las elecciones mexicanas, siempre y cuando lo lleven a cabo “poco a poquito” y lejos del ojo público.
Sí, por increíble que parezca y por absurdo que resulte, esa es la conclusión que se desprende del más reciente diferendo público sobre una probada “narco-elección” y su “narco-gobierno” en Tamaulipas, cuyo “narco-gobernador” asumirá el cargo en las próximas horas.
Sí, “narco-elección,” “narco-gobierno” y “narco-gobernador” que no sólo cuentan con el aval sino con el aplauso de la máxima autoridad del país –el presidente López Obrador–, y el principal árbitro en los comicios, el Tribunal Federal Electoral.
Pero vamos por partes.
Como seguramente recuerdan, el 5 de junio del 2022 se llevaron a cabo elecciones estatales en Tamaulipas, Hidalgo, Quintana Roo, Oaxaca y Durango, entre otras, en las que resultó evidente –a la vista de los votantes–, que los grupos hegemónicos del crimen organizado en esas entidades hicieron todo lo necesario para llevar votos a favor del partido oficial, Morena.
Pero en donde los ciudadanos y los medios lograron recopilar una mayor cantidad de evidencia de la una nueva “narco-elección”, fue en Tamaulipas, en donde el candidato, Américo Villareal, descuido “las formas” y exhibió de manera pública sus vínculos con las bandas criminales; alianza de la que -por cierto-, el gobierno de Estados Unidos tiene abundante evidencia.
De esa manera, y frente al cochinero electoral de Tamaulipas, la dirigencia del PAN se dio a la tarea de recopilar testimonios, videos y trabajos periodísticos que documentaron la “narco-elección”.
Con toda esa evidencia acudió al Tribunal Electoral Federal, con la demanda de anular dicha elección.
¿Pero qué creen?
Que Tamaulipas, igual que en el 2021 ocurrió en Sonora, Sinaloa, Michoacán, San Luis Potosí, Guerrero y Baja California, entre otros estados, es un territorio prioritario para los grupos criminales, aliados del gobierno de Obrador.
Por eso, la elección de Tamaulipas fue atraída por el propio presidente, quien de manera personal salió en defensa del candidato de Morena, Américo Villarreal, al que deslindó de todas las acusaciones.
Es decir, que en lugar de proponer una investigación seria sobre la participación del crimen organizado en las elecciones de Tamaulipas, todo el peso presidencial arropó al “narco-gobernador” electo de esa entidad.
Pero no sólo eso, sino que de manera pública, en la mañanera del 28 de septiembre, López amenazó de manera pública a los magistrados del Tribunal Electoral, en prevención de que decidieran anular la elección tamaulipeca.
Pero López fue más allá, ya que desde Palacio les tiró línea a los magistrados electorales, para que entendieran cual debía ser el argumento para sostener al “narco-gobierno” de Tamaulipas.
Horas después, y por unanimidad, unos obedientes magistrados del TEPJF avalaron la “narco-elección” de Tamaulipas, al “narco-gobierno” que en cuestión de horas se instalará en esa entidad y, por supuesto, al “narco-gobernador” Américo Villareal.
Curiosamente, los argumentos de los magistrados electorales fueron los mismos que les dictó López Obrador desde su mañanera.
Es decir, que de nada sirven testimonios, videos y notas periodísticas que documenten la participación del crimen organizado en elecciones, porque los criminales son aliados del presidente, de su gobierno y tienen sometidos a los árbitros electorales.
Y por eso obliga la pregunta.
¿De verdad nadie sabía que el de AMLO sería un “narco-gobierno”?
La respuesta la dimos hace cuatro años, en el Itinerario Político del 29 de junio de 2018, titulado: “¿Los ‘narcos’ al poder?”.
En esa entrega realizamos un detallado resumen de la participación del crimen organizado en entidades como Tamaulipas, Guerrero, Sonora, Sinaloa, San Luis Potosí, Michoacán y otros, al tiempo que advertimos del riesgo de que a partir de 2018 se impusiera en México un “narcoestado”.
Y la conclusión fue la siguiente.
“Para nadie es nueva la participación del narcotráfico y del crimen organizado en política y, sobre todo, en elecciones.
“Lo nuevo –y que hoy alcanzó niveles de escándalo–, es la intervención montonera del crimen organizado en los procesos electorales en entidades como Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Sonora y Tamaulipas.
“Aún así, hoy nadie sabe cuál será el número de alcaldes, diputados locales y federales; de senadores y hasta gobernadores que estarán al servicio del crimen organizado y del narcotráfico luego de la elección de 2018.
“Lo que sí sabemos, sin embargo, es que como nunca, gobiernos municipales, estatales, el Congreso de la Unión y no pocos congresos locales estarán en manos de matarifes, narcos, sicarios, huachicoleros, tratantes de blancas y administradores de las fortunas producto del crimen.
“Y por eso aparece la pregunta obligada. ¿Qué partido político será el campeón en prestar su franquicia para los criminales?
¿Se llama Morena? Al tiempo (Fin de la cita)
Hoy, a poco más de cuatro años de esa entrega del Itinerario Político, queda claro que, en efecto, Morena es el partido que abrió sus puertas al crimen organizado y al narcotráfico.
Y desde el poder presidencial, pasando por los poderes Legislativo y Judicial y por los tres órdenes de gobierno, las bandas criminales se refugian en Morena, convertido en el más grande “narco-partido” del mundo.
Al tiempo.