Juego de ojos
En un cartón magistral, en su entrega dominical para el diario Reforma, el “monero” Calderón pone el dedo en la llaga al recordar –con sus trazos–el clásico de José Emilio Pacheco: “de viejos, son todo aquello que criticaron a los 20”.
Y, claro, se refiere a los políticos de la dizque izquierda mexicana, hoy refugiados en esa letrina llamada Morena, desde donde relanzan lo más podrido del viejo PRI, en donde rinden culto a la antidemocracia, la simulación, el engaño y la mentira que –todos los días–, le recetan los políticos de Morena a los ciudadanos.
Y es que en Morena, más que el honor que pueda significar estar con Obrador, es motivo de orgullo, de honor y hasta el mayor símbolo de poder, la doble moral, la simulación, el gusto por el engaño, por la difamación y, en suma, por la antidemocracia.
Para pertenecer a Morena, para hacer política en ese partido y para ser aceptado y bien visto por el nuevo rey, las condiciones de comportamiento de los político son precisamente esas; la inmoralidad, la deshonestidad, la opacidad y el gusto por el engaño y la simulación.
Claro, además del culto al nuevo Dios, a quien todos deben venerar, sonreír, aplaudir y hasta felicitar en voz alta, entonando “las mañanitas” en los recintos públicos, en la sede por excelencia de los contrapesos del poder, que son las cámaras del Congreso.
Hoy, en Morena parecen empeñados en convencer a los ciudadanos de que las nuevas reglas de la democracia mexicana son la simulación, como las amañadas consultas populares; que lo normal en la política mexicana es la mentira y el engaño que todos los días salen del discurso de sus gobernantes, líderes y políticos.
Y es que hoy, en la tercera edad de sus vidas, los dueños de Morena, sus políticos y líderes practica alegremente todo aquello que, a los 20 años, cuestionaban con ferocidad en la conducta de los viejos priístas.
Hoy, la gerontocracia de Morena, es todo aquello que sus políticos cuestionaron a los 20. Y todos ellos lo saben, pero prefieren tragar sapos y culebras; prefieren simular antes que perder el hueso que han empezado a roer.
Y por eso las preguntas.
¿Quién será el valiente –entre los santones de la izquierda–, que tenga el valor y las agallas para decirles a los políticos de Morena que basta de mentir y de engañar de manera flagrante?
¿Quien será el valiente, entre los reputados intelectuales, capaz de elaborar un ensayo puntual sobre la tragedia que asoma con la llegada del nuevo gobierno, sin los dobleces que impone el miedo a perder el favor del nuevo rey?
¿Quién de los reputados políticos mexicanos –de la derecha, la izquierda y el centro–; quien de los partidos opositores, de los empresarios dizque preocupados, tendrá el valor de articular una organización social que sea un potente contrapeso capaz de impedir la muerte de la niña democracia mexicana?
¿Quién será el valiente…? ¿Habrá un valiente en alguna parte de la sociedad mexicana?
Al tiempo.