Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
¡Se los dije: AMLO va por la UNAM!
No es casual que un tirano, como López Obrador, le haya puesto el ojo al control, dominación y sometimiento de la UNAM.
Una comunidad universitaria que, junto con el IPN, detonaron la mayor revuelta social del ultimo medio siglo –en octubre de 1968 y en junio de 1971–, contra el populismo de los ex presidentes Díaz Ordaz y Echeverría.
Hoy, curiosamente, esa misma casa de estudios y esa misma comunidad autónoma, pueden jugar un papel preponderante en la lucha contra el tirano populista llamado López Obrador.
Y por eso desde antes de su llegada al poder, AMLO impulsó un golpeteo contra la institución que pretendió someter sin suerte, hasta ayer.
Hoy, sin embargo, el mismo rector que confrontó a Obrador al arranque de su gobierno, aparece como remedo de su propia historia y prefirió el papel de “avestruz” –escondió la cabeza en la tierra–, frente a esa afrenta llamada “plagio”, protagonizado por la aliada del presidente, Yasmín Esquivel.
Lo curioso del tema es que AMLO sabe que frente al cambio de rector y ante su inminente fracaso sexenal, sólo le quedan dos posibilidades frente al juicio de la historia; el Maximato o el golpe de Estado.
Y uno de los mayores diques para esa locura lopista es la UNAM, junto con la capacidad movilizadora de sus jóvenes, de su espíritu de rebeldía y del poder del conocimiento.
Es decir, la UNAM y su poder juvenil para el cambio, pueden ser el único dique de contención de la tiranía de López.
Y por eso la urgencia de López Obrador por someter a la Máxima Casa de Estudios; por eso su urgencia de aplastar la fuerza del conocimiento y de las ideas.
¿Se dejarán someter los estudiantes, los profesores, los defensores de los ideales universitarios? Nadie lo sabe.
Lo que si sabemos es que viene de lejos el interés de AMLO por controlar a la UNAM. Por ejemplo, en el Itinerario Político del 22 de agosto de 2018, titulado: “¡Un valiente dijo “no” al presidente electo!”, expuse lo siguiente: “En los tiempos de culto sin freno a la figura presidencial es “pecado capital” decir “no” al residente electo.
“Por eso, empresarios de todos los ramos y –sobre todo dueños de medios–, han entendido que resulta suicida decir “no” al nuevo presidente.
“Políticos de todos los signos y colores saben que sus carreras morirían si dicen “no” a las ocurrencias del nuevo titular del Ejecutivo.
“Y no se diga la penosa sumisión de medios, opinantes, intelectuales y periodistas que pelean “el privilegio” de ganar el favor del nuevo rey.
“Y también por eso la pregunta: ¿Quién, en su sano juicio, se atreverá a decir “no” al político endiosado en los altares del poder, como AMLO?
“Ese “garbanzo de libra” que dijo “no”, se llama Enrique Graue, rector de la UNAM quien a medio siglo de la gesta heroica de Javier Barros Sierra, hoy es el mayor defensor de los principios universitarios y de la calidad de la más importante universidad pública de México.
“Sí, Graue dijo “no” al Presidente López, cuando el nuevo mandatario intentó meter la mano en la UNAM para impulsar la más absurda propuesta de campaña; abrir las puertas universitarias al populismo de recibir a todos los demandantes sin examen.
“Graue dijo “No” a López, convencido de que abaratar la calidad universitaria sería la muerte de la educación superior y la universidad pública.
“Y por esa razón –porque la calidad educativa es prioritaria–, nunca llegó a la Rectoría el grupo de Javier Jiménez Espriú, al que los universitarios motejan como “los mediocres”…
“Por eso la pregunta obliga: ¿Qué harán los universitarios para defender la Universidad, la autonomía y la calidad educativa? ¿Aplaudirán la muerte de la UNAM? Al tiempo”. (fin de la cita)
Volvimos al tema el 6 de septiembre de 2018, con el Itinerario Político titulado: “¡Morena va por la UNAM!”.
Y es que días antes, golpeadores del senador Batres y de la que sería la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, asaltaron el campus universitario y protagonizaron una zacapela entre estudiantes y “porros”.
Así lo dije: “El objetivo de los disturbios es que se intenta la caída del rector para convertir a la UNAM en feudo de Morena y del nuevo gobierno.
“Lo curioso es que Morena y sus leales recurren a la violencia de Estado –disfrazada de porrismo–, porque en tiempos en que resulta pecaminoso decirle “no” al presidente, el rector Graue le dijo “no” a Obrador, convencido de preservar el espíritu universitario y la calidad de la educación pública.
“Y es que cuando políticos, empresarios, investigadores, intelectuales y periodistas se alinean al nuevo gobierno, la UNAM parece aislada y crecen las amenazas de que la tiranía de un gobierno autoritario meterá la mano, tirará al rector y acabar con la autonomía”. (Fin de la cita)
Regresé al tema en el Itinerario Político del 27 de octubre del 2021, titulado como hoy: “¡Se los dije, AMLO va por la UNAM!” y pregunté por la razón del ataques sistemático contra la universidad, desde el poder.
Así lo dije: “¿Acaso pretende Obrador acabar con la autonomía, la pluralidad, libertad de cátedra y universalidad del pensamiento y del conocimiento?
¿O será que detrás de esa embestida, con todo el peso del poder del Estado, sólo germina la pulsión autoritaria para controlar y someter al mayor centro de ideas y fábrica por excelencia de toda disidencia posible contra el poder autoritario?”. (Fin de la cita)
Hoy, 24 de enero del 2023, formulamos de nuevo las preguntas planteadas en agosto y septiembre de 2018 y reformuladas en octubre del 2021.
“¿Qué harán los universitarios para defender la autonomía de su casa; para defender la libertad de cátedra, la libre confrontación de ideas, de pensamiento y la calidad educativa?
“¿Serán tragados por la indolencia, la timoratez y la complicidad?
¿Callarán frente al manotazo populista y autoritario de López contra la UNAM?
“¿O tendrán las agallas de denunciar el fracaso escandaloso del peor gobierno de la historia?”. (Fin de la cita)
Está claro que hoy, frente al escándalo de la falsificación de la tesis de la ministra Yasmín Esquivel, al rector Graue le ganó el miedo y prefiere la complicidad con dictador López.
Y es que sólo así se explica el miedo del rector y un cambio de 180 grados –en sólo cuatro años–, de su postura de dignidad en defensa de la UNAM.
Pero el tiempo dirá la última palabra.
Al tiempo.