Fortaleza digital con el aguinaldo
¡No Presidente, nunca seremos iguales!
Sin duda que resultó una victoria para la democracia mexicana la movilización ciudadana del pasado domingo, en todo el país.
Un triunfo de la sociedad civil; ganancia de aquellos mexicanos dispuestos a defender de manera pública, en los hechos y en la calle, las libertades básicas.
Y todo un éxito de las organizaciones ciudadanas convocantes, quienes se ganaron el respaldo de una impensable reserva social que, hoy por hoy, está al frente de los procesos electorales.
Y resultó de tal magnitud el éxito ciudadano del pasado domingo que, el 26-F, ya es considerado en México y el mundo como la versión doméstica de “la primavera mexicana”.
Es decir, una revuelta social capaz de rescatar la democracia y sus libertades, a golpe de manifestaciones callejeras.
En pocas palabras, quedó claro para todos los mexicanos que son capaces de ver, escuchar y entender el grito de la movilización del pasado domingo, que la sociedad está lista para la defensa de las libertades democráticas y para rescatar la democracia misma.
Sin embargo, la movilización también significó un potente llamado de atención para otros sectores sociales.
Y por eso las preguntas.
¿Están listos los ministros de la Suprema Corte para la defender la letra y el espíritu constitucional; Carta Magna violentada por la mayoría oficialista en el Congreso y que, por consigna de Palacio, aprobó el llamado “Plan B”, cuyo objetivo es la destrucción del INE?
¿Están listos los partidos políticos de la llamada oposición para entender que el grito social del 26-F apunta, precisamente a ciudadanizar las candidaturas a puestos de elección popular y, sobre todo, va por una candidatura presidencial ciudadana?
¿Están listos los políticos de siempre para entender que luego del 26-F los ciudadanos –en general–, ya no podrán ser ignorados en las decisiones político-partidistas?
Lo cierto es que la marcha social del pasado domingo resultó una lección fundamental para las y los ministros de La Corte, para los partidos políticos opositores y para los políticos profesionales; lección que pone a todos frente a la historia.
Por eso la pregunta: ¿entenderán la lección del 26-F ministros, partidos y políticos mexicanos?
Sólo el tiempo dará respuesta.
Pero sin duda la mayor derrota que le propinó la “primavera mexicana” del 26-F al presidente Obrador, a su gobierno y a su fallida transformación, fue la “derrota moral” a una de las mayores farsas de la historia.
Sí, los ciudadanos se encargaron de “mandar al diablo” esa impostura llamada “Cuarta Transformación”.
Y es que la movilización social del pasado domingo 26 de febrero significó el mayor revés histórico a quien se consideró el “rey de la calle” y el “zar de las manifestaciones” en México, durante medio siglo.
Un fracaso al vapuleado ego presidencial que llevó al mandatario a amenazar con que pagará –cometerá venganza–, con dinero público para organizar la mayor movilización de la historia, en próximo 18 de marzo, fecha en la que se conmemora la expropiación petrolera.
Lo que no sabe el tirano de Palacio es que quienes nos manifestamos el pasado domingo somos ciudadanos libres y no acarreados.
No sabe que nadie nos paga por manifestarnos y tampoco nos llevan en micros y autobuses pagados por el gobierno.
No sabe que nunca aceptaremos pasar lista por acudir a las movilizaciones y tampoco nos regalan una torta y una botella de agua a cambio de la asistencia a las marchas.
No sabe que no aceptamos que se condicionen los programas sociales para acudir a una manifestación.
No sabe que el acarreo es propio de su clientela podrida del Partido Morena.
Y López Obrador no sabe que no somos iguales; que nunca seremos iguales, porque nunca venderemos una manifestación a cambio de 30 monedas, porque no somos Judas, como AMLO ha sido por más de tres décadas.
Sí, aquí he demostrado que usted, presidente Obrador, es un mercader de las marchas y las movilizaciones.
Y si quiere que se lo vuelva a probar, mañana lo verá publicado aquí.
No presidente, no somos iguales.
Usted es un delincuente en el poder.
Y se lo he demostrado.
Al tiempo.