Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
No destapó a Xóchitl: si confirmó a Claudia
No, que nadie se equivoque.
Lo cierto es que cuando López Obrador dijo que la senadora Xóchitl Gálvez sería la candidata del bloque opositor, en realidad el mensaje es que sí y sólo sí, la aspirante presidencial de Morena se llama Claudia Sheinbaum.
Por eso, el engañoso “destape” de la hidalguense debe prender los focos rojos entre las “corcholatas” de Morena –Marcelo, Ricardo y Adán–, más que provocar enojo entre los aspirantes de Va por México.
Y es que para nadie es novedad que el presidente mexicano domina a la perfección el arte de “engañar con la verdad”.
Y en el caso que nos ocupa, la verdad es que son muchas las posibilidades de que en la contienda presidencial del 2024 aparezca en la boleta electoral el nombre de dos mujeres –Xóchitl y Claudia–, entre las aspirantes más aventajadas.
Es decir, una batalla de mujer a mujer; como la que se vivió en el estado de México recientemente.
Pero también es cierto que resulta apresurado hablar de ganadores o perdedores a la presidencial del año próximo. ¿Y por que apresurado?
Por razones elementales; porque apenas empiezan los reacomodos, las traiciones, los acuerdos y los enroques entre partidos; cambios que podrían alterar de manera significativa no sólo la composición de la boleta electoral del 2024, sino el ánimo social sobre los competidores que llegarán a la recta final; a la elección presidencial.
Pero vamos por partes.
La primera pifia cometida por López Obrador fue el maltrato a la senadora Xóchitl Gálvez, a quien insultó y luego le negó el derecho de réplica. En realidad López convirtió a la hidalguense en víctima y la llevó a los cuernos de la luna en cuanto a su popularidad.
Luego, por orden de Palacio, los “moneros orgánicos” del oficialismo lanzaron una grosera campaña contra Xóchitl, sin entender que le hacían un favor, ya que alimentaron su popularidad y el carácter de víctima del régimen.
Pero la mayor pifia la cometió López, cuando ayer lunes jugueteó con la mentira de que él sabía desde hace un mes que la candidata de Va por México era Xóchitl Gálvez.
Así lo dijo Obrador: “Tengo toda la información de que se llevó a cabo la consulta para que Xóchitl los represente, a este grupo… me enteré hace como 20 días o un mes… mis gargantas profundas.
“¿Y por que deciden a favor de la señora Xóchitl; porque ellos suponen que si nació en un pueblo va atener el apoyo del pueblo… pero en realidad es parte de ellos, no del pueblo.
“Entonces están inflando la señora Xóchitl y es que quieren engañar… y ahora resulta que están a favor de los pobres y están muy pobres todos… les voy a mostrar una caricatura de ayer. Pon la caricatura, jajaja”. (Fin de la cita)
Lo cierto es que no hay tales “gargantas profundas”.
Lo que sí existe en Palacio es un profundo miedo de que los opositores de Va por México hayan encontrado, en Xóchitl Gálvez, la “horma del zapato” para anular a Obrador y a su preferida, Claudia Sheinbaum, quien en realidad será la punta de lanza para imponer el Maximato de AMLO.
Es decir, que López Obrador tiene claro que una eventual candidatura de la hidalguense tiene todas las características para entrar con facilidad en el ánimo de amplios sectores sociales que –hoy por hoy–, no quieren saber nada de los partidos políticos y tampoco de Morena.
Y por eso, “según el sapo, son las pedradas”.
¿Y eso que significa?
Que desde Palacio ordenaron y financiaron una grosera campaña para difamar, calumniar y desacreditar a la señora Gálvez, tanto en redes como en los medios pagados por el oficialismo.
Sin embargo, lo que siguen sin entender en Palacio es que hoy “el fenómeno Xóchitl” es igual al “fenómeno Obrador” de antaño.
Pero hay más. Una vez que el presidente se decantó por Claudia como sucesora de su proyecto y que entendió el peligro de Xóchitl, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal empezarán a mover sus piezas para desmarcarse del proyecto de AMLO.
Y al tiempo que en el PRI se “desgrana la mazorca” –con la renuncia de reputados priístas–, se abre un nuevo frente político y una nueva posibilidad para Marcelo Ebrard y para Ricardo Monreal, quienes no se quedarán quietos y buscarán, por todos los medios, un vehículo para estar en la boleta presidencial del 2024.
En pocas palabras, a un año de la elección presidencial, no hay nada para nadie y tampoco ha terminado la feria de traiciones, engaños, reacomodos y enroques en todos los partidos políticos.
Al tiempo.