Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
¡Es la mejor candidata! ¿Será mejor Presidenta?
El dilema no es menor.
Y es que paso a paso, Xóchitl Gálvez gana terrero para colocarse como la mejor candidata presidencial para la contienda por venir.
Y al tiempo que crece como la espuma la imagen de la senadora por el estado de Hidalgo, también se agiganta la pregunta fundamental: ¿Será la mejor presidenta?
Ese es el verdadero dilema y no es un asunto menor.
¿Por qué?
Porque luego de la experiencia traumática y amarga que vivieron los 30 millones de mexicanos que en 2018 votaron por López Obrador, confiados en que sería el mejor presidencial, pocos quieren repetir la equivocación.
¿Y entonces qué debemos hacer como ciudadanos y como votantes para no repetir el error?
La respuesta la conocen todos, pero pocos la quieren ver.
La respuesta es no votar a ciegas; no votar bajo la presión del fanatismo y tampoco por impulsos emocionales; la respuesta es votar por las lecciones que nos regala la razón y la realidad de quién es y cómo se construyó la señora Xóchitl.
Además, claro, del análisis cuidadoso de que sus propuestas sean realistas y que se acompañará de los mejores cuadros, en cada una de las disciplinas del ejercicio del poder.
Por ejemplo, la mayoría de los 30 millones que le dieron su voto a López, lo hicieron a ciegas y sordos ante las advertencias de que sería un peligro para México.
Además de que dejaron llevar por un fanatismo moldeado en torno a lo imposible; que un ignorante de extrema derecha como AMLO sería capaz de cambiar al país, de un día para otro.
De esa manera, la fe ciega, sorda y descocada de muchos de esos 30 millones los volvió impermeables a los errores, las mentiras y las críticas a su “amado líder”, al extremo de que hoy inventan las peores maromas mentales para no aceptar que se equivocaron.
Por eso, en el 2024, el voto no puede seguir siendo un sufragio ciego, sordo y miope ante la realidad; tiene que ser un voto razonado y condicionado.
Es decir, un voto en el que “la señora presidenta” se comprometa a tener a los mejores en su gabinete, a renunciar si no cumple sus promesas de campaña y, sobre todo, a volver atrás sobre los pasos de López, para restablecer el Estado de derecho, el respeto a la Constitución, acabar con la “alianza narca”, reconstruir los Tres Poderes, volver a la transparencia y devolver libertades esenciales, como la de expresión y el derecho a la información, entre muchas otras premisas que todos conocen.
Pero vamos al paso a paso.
Hoy son muy pocos los que dudan que Xóchitl Gálvez va en camino a convertirse en la candidata más atractiva para la presidencial del 2024, tanto en el bloque opositor, como en el oficialismo.
Incluso, cada día son más los expertos que creen que se trata de la figura más atractiva, capaz de conectar con “el electorado de a pie” y que sería la mejor candidata en la contienda por venir.
Más aún, el “fenómeno Xóchitl” –como ya es conocido por propios y extraños–, ya impactó allende las fronteras y la prensa extranjera empieza a tomar nota y a señalar que la senadora hidalguense de origen indígena, se ha convertido en un peligro para el presidente mexicano y para su proyecto de instaurar un Maximato.
Una figura capaz de desbancar en las preferencias ciudadanas no sólo a los precandidatos de la alianza opositora –los que competirán por los partidos PAN, PRI y PRD–, sino incluso a las llamadas “corcholatas” de Palacio.
Pero la sensatez obliga a volver al principio.
¿Será la señora Xóchitl Gálvez la presidenta que necesita el país, sobre todo luego del tiradero y la ruina que dejará el desastre de gobierno de López Obrador?
Lo cierto es que hoy nadie tiene respuesta a la interrogante anterior, sobre todo si se toma en cuenta que en la carrea presidencial existen figuras de reconocido talento y talante en el ejercicio del poder, como Enrique De la Madrid, como Miguel Manera y como Ildefonso Guajardo.
Sin embargo, si la señora Xóchitl, su equipo de campaña y la coalición Va Por México lograr aglutinar a los mejores cuadros de todas las disciplinas del ejercicio del poder, en torno a la candidata o candidato electo, los ciudadanos tendremos una garantía de que veremos al mejor gobierno de la historia.
Nunca más votos a ciegas y sordas; nunca más cheques en blanco; nunca más el voto fanatizado a favor de promesas imposibles de cumplir.
Al tiempo.