De norte a sur
¡Fue reelección, estúpidos…!
No sabemos si por ignorancia, ingenuidad o, de plano, por estupidez, pero muchos políticos, empresarios y críticos suponen, creen o imaginan que Claudia Sheinbaum se sacudirá muy pronto la tutela de López Obrador.
Y es que, quién sabe dónde sacaron la ocurrencia de que “La Señora Presidenta” tiene algo así como dones paranormales que bajarán de las alturas para dotarla de una fuerza impensable y, sobre todo, capaz de someter a su padre político.
Lo cierto, sin embargo, es que la realidad está frente a los ojos de todos esos empresarios, políticos y críticos que, por estupidez, ingenuidad o necedad se niegan a ver el verdadero fenómeno que llevó a 35 millones de mexicanos a votar por la candidata oficialista.
¿Y cuál fue ese fenómeno?
Que la del domingo 2 de junio del 2024, en México, no sólo está muy lejos de haber sido una elección confiable y equitativa –como lo confirman miles de evidencias–, sino que se trató de un fraude de Estado para garantizar que López Obrador pudiera seguir al frente del poder presidencial.
En pocas palabras, más que a una elección democrática, el pasado 2 de junio asistimos a una reelección presidencial.
Sí: “¡Fue una reelección, estúpidos!”, parafraseando a un clásico de la política electoral del mundo.
Y es que, como muchos saben, en 1992 el entonces gobernador de Arkansas y aspirante presidencial de Estados Unidos, acuñó la frase anterior en la contienda electoral contra George Bush padre.
En efecto, Bill Clinton no solo popularizó sino que inmortalizó la frase: “¡Es la economía, estúpidos!”, a sugerencia de su asesor en jefe, James Carville, quien diseñó el juego de palabras para hacer frente a Bush, quien había llevado a la potencia global a una severa crisis económica.
El eslogan no sólo se popularizó en el mundo entero, sino que, según no pocos especialistas, llevó a Clinton a la Casa Blanca.
En el caso mexicano, sin embargo, son muchos los “estúpidos” que se niegan a ver que el mandatario mexicano es mucho más que un populista moderno. En realidad, López es un aspirante histórico a seguir los pasos de Plutarco Elías Calles, el Maximato en México; herencia ilegal del poder para la que ha trabajado por años AMLO.
Por eso, López eligió, construyó y llevó de la mano a su criatura, la hoy Señora presidenta, Claudia Sheinbaum, a quien la tarde de ayer en Palacio le fue leída “la cartilla”.
¿Y qué dice “la cartilla”?
Poca cosa, que Claudia no es y no será más que títere del poder presidencial; poder que, en los hechos, seguirá en manos del mandamás, López Obrador.
¿Y por qué la certeza de que “La Señora Presidenta” no pasará de ser una marioneta del titiritero López? Las razones son muchas.
1.- Porque Obrador no ha sido, no fue y nunca será un demócrata. ¿Por qué hoy sería diferente? Peor aún, todos saben que siempre fue un autócrata incapaz de compartir el poder.
Por esa misma razón eligió a Claudia como títere, porque es la marioneta que le garantizará seguir con todo el poder.
2.- Porque a pesar de que López llevó a Claudia a la victoria mediante un fraude de Estado, AMLO mantiene todo el control político del grupo en el poder y, mientras tanto, “La Señora Presidenta” no será más que encargada de la oficina principal de Palacio.
3.- ¿Y por qué la certeza de que Obrador mantendrá la lealtad de toda la mafia llamada Partido Morena?
Precisamente por eso; porque se trata de un grupo mafioso en donde todos le deben todo al capo mayor.
4.- ¿Imaginan a uno de los capos de la política o del crimen intentar una traición a Obrador, o acaso la eventualidad de una “rebelión en la granja”?
¡Imposible! ¿Por qué?
Porque el traidor y/o el rebelde le debe todo a López, quien de inmediato exhibirá las pruebas de las raterías del traidor o del rebelde.
5.- Más aún, “La Señora Presidenta” tiene una larga cola que le pisen y, ante el menor intento de traición a su creador, será echada del Paraíso.
En efecto, para los que no lo saben, López es el jefe de la más poderosa mafia en el poder; grupo criminal que tiene tantos incondicionales y tantos soldados, como mujeres y hombres logró corromper a lo largo de 30 años.
Y para salvar el pellejo y para no perder lo robado, todos esos corruptos están dispuestos a servir, de manera incondicional, al jefe de la mafia llamada “obradorato”.
Sí, ese es el verdadero poder del presidente mexicano, el poder corruptor, capaz de crear una lealtad más poderosa que el acero; poder que en cualquier momento podría aplastar a “La Señora Presidenta”.
¿Lo dudan?
Al tiempo.