Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Universidades, otro “¡territorio narco!”
Aquí lo dije no en una ni dos, sino en muchas ocasiones.
Documenté que las universidades públicas eran territorio de las bandas que regentean el narcotráfico y que era un negocio bien conocido no solo por los rectores, sino por las autoridades educativas.
Y esa versión se pudo confirmar hoy, de voz del “jefe de jefes” del narcotráfico, Ismael Zambada –El Mayo–, quien en carta pública que difundió su abogado, explica que el encuentro en el que habría sido retenido y extraditado era para negociar quien sería el rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS).
Así lo explica: “Joaquín Guzmán López me pidió que asistiera a una reunión para ayudar a resolver las diferencias entre los líderes políticos de nuestro estado.
“Estaba enterado de una disputa en curso entre Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa y Héctor Melesio Cuén Ojeda, ex diputado federal, alcalde de Culiacán y rector de la (UAS), sobre quien debía dirigir esa institución”. (FIN DE LA CITA)
Es decir, que según la carta de “El Mayo”, el Cártel de Sinaloa tiene el control de universidades como la UAS.
Sí, por increíble que parezca.
Pero tampoco es una novedad. ¿Por qué?
Porque aquí documenté el “narco-control” de las universidades, en el Itinerario Político titulado: “¿Quién gana con el narco en la UNAM?”, del 25 de marzo de 2016:
Así lo dije: “Aquí nada ni nadie se oculta.
“La “merca” se ofrece a la vista de todos.
“Los tacos se venden igual que “los tokes”, las “quekas” o los “pericos”. “Los estudiantes de nuevo ingreso tardan dos o tres días para ubicar al medio centenar de “dealers” que disputan “clientes” en las inmediaciones de Filosofía y Letras, Campus Central, Ciencias Políticas y el Metro Universidad.
“Es la UNAM, en donde se consigue todo tipo de droga, la cantidad que el cliente pida y, sobre todo, los 365 días del año.
“Mercado en grande, a la vista de todos, que disputa una clientela cautiva de cientos de miles de consumidores; territorio sin ley y sin policía, y en donde se educan los abogados pero donde la ley no existe, en donde se prepara a los médicos y la salud no le importa a nadie, en donde aprenden los futuros jueces y ministros, en medio de cursos intensivos de consumo de droga.
“¿Quién gana con el jugoso negocio del narco en la UNAM? ¿Qué autoridades universitarias y de qué nivel, estimulan el escandaloso negocio de la droga? ¿De verdad ningún rector se enteró del negocio?
“Lo más ridículo es que mientras los rectores parecen ciegos, sordos y hasta idiotas ante el escandaloso negocio de la droga que se regentea en sus narices, todos los universitarios –y no se diga consumidores eternos–, saben que el centro de distribución de droga es el Justo Sierra, el Auditorio “Che Guevara”, en donde los cárteles de la droga tienen un rentable centro de distribución y consumo; los estudiantes universitarios.
“Y todo solapado por esas gemelas perversas llamadas “autonomía universitaria” y “gobiernos complacientes”; justificaciones injustificables que estimulan grupos políticos universitarios que se resisten al ingreso de la policía, a la detención de las mafias criminales de droga y a la investigación para saber en qué nivel universitario –y quien, con nombre y apellido–, brinda protección al “magnífico” negocio de la droga en la UNAM.
“Y es que resulta increíble y hasta ofensivo que los rectores de la UNAM no conozcan el escandaloso negocio de drogas en la UNAM y que directores de facultades y escuelas estén ajenos. Y la mejor prueba de ese insólito es que en los últimos 16 años ninguna autoridad ha movido un dedo por acabar con ese problema, que empezaría por la recuperación del Justo Sierra y por la detención y consignación de los ocupantes, todos narcos.
“Distintas encuestas a la comunidad universitaria señalan que por lo menos el 80% de los estudiantes aplauden el desalojo del Justo Sierra y otros tantos repudian la creciente venta ilegal de todo tipo de drogas. Sin embargo, ni los rectores, ni el gobierno capitalino y menos la PGR se atreven a poner fin, a pesar de que los medios han documentado con nombre y apellido a cada uno de los “OcupaChe” que se dicen estudiantes sin serlo, que se dicen activistas de quién sabe qué causa, pero que sólo viven del negocio de la droga.
“Por eso resulta ridículo –si no es que de risa loca–, que en la casa de las ideas, del pensamiento y del conocimiento, que en la UNAM, nadie conozca la ley y menos su aplicación. Al tiempo. (FIN DE LA CITA)
Queda claro que los rectores de las más influyentes casas de estudio de México no sólo conocen la podredumbre en las universidades públicas, sino que solapan a las bandas criminales y su negocio de drogas.
Y uno de esos rectores será el próximo canciller.
Y luego se quejan porque los ciudadanos los llaman “narco-gobiernos”.
Al tiempo.