El agua, un derecho del pueblo
¡El verdadero golpe de Estado, es el de AMLO!
El espantajo fue sembrado desde la casa presidencial.
Por eso, para lograr la mayor difusión posible, se montó el “tinglado” en la mismísima mañanera del pasado viernes en donde “los chuchos” –Jesús Ramírez y Jesús Cantú–, instruyeron a uno de los “reporteros paleros” para lanzar “la primicia bomba”.
Incluso resultó “tan complejo” el tema que el “reportero palero” debió leer el texto que previamente le habían preparado “los chuchos”.
En síntesis, el “palero” dijo que “los enemigos” del gobierno de AMLO –con todo lo que eso signifique–, están en partidos opositores y en medios –brillante deducción–, en espera de quién sabe qué horrible conspiración que, según su calentura mañanera, terminaría en un horroroso golpe de Estado.
Luego de la “noticia bomba”, el presidente Obrador dijo, palabras más, palabras menos, que no veía indicios de tal conspiración y que, por tanto, no le preocupaban los opositores. Ese fue el primer mensaje que se buscaba posicionar.
Lo curioso del tema, sin embargo, es que no es la primera ocasión en que personeros de la casa presidencial hacen referencia a un presunto o supuesto “golpe de Estado”.
Vale recordar que la caricatura motejada como “el Goebbels mexicano”, Epigmenio Ibarra –entre otros fanáticos lopistas–, se aventó la puntada locuaz de imaginar que el enojo y los plantones de los policías federales eran “un intento de golpe de Estado” contra el gobierno de Obrador.
En esa ocasión, incluso, desde distintas plataformas “los hombres del presidente” trataron de sembrar y hacer crecer la especie del truculento “golpe de Estado”, sin que prendiera ninguno de los intentos.
Y por supuesto que si nadie se tomó en serio la locuaz declaración de Epigmenio Ibarra sobre el imaginario golpe de Estado, menos hicieron caso a la especulación sembrada a través del “reportero palero”.
Sin embargo, nadie debe ignorar que las mentes torcidas de Palacio tejen una intriga sobre el supuesto “golpe de Estado” y que, en cualquier momento, podrían lanzar el espantajo contra alguno de los adversarios presidenciales.
Sin embargo, el verdadero “golpe de Estado” que está en marcha es aquel que todos los días llevan a cabo López Obrador, su partido, sus legisladores federales, sus gobiernos estatales y su gabinete.
¿Golpe de Estado?
En efecto, el presidente mexicano conspira todos los días contra las instituciones del Estado; todos los días dispara misiles envenenados contra los órganos autónomos y todos los días violenta la Constitución y las leyes que de ella emanan.
El más reciente disparo, por ejemplo, fue contra la Constitución, esa que juró respetar y hacer respetar, junto con sus leyes. Y es que, como todos saben, el Artículo 83 constitucional consagra la no reelección presidencial.
Y resulta que, a pesar de ello, Obrador firmó una carta-compromiso, avalada por un fedatario público, en la que promete que no buscará la reelección.
¿Qué significa esa firma y ese aval de un Notario Público?
En el fondo se trata de una violación constitucional. ¿Por qué? Porque el máximo ordenamiento legal mexicano obliga al presidente a no buscar la reelección. ¿Y entonces? Esa firma es una patraña, igual que el montaje mañanero sobre el supuesto golpe de Estado de los opositores.
Y es que el golpe de Estado real lo diseña y lo lleva a cabo todos los días el presidente Obrador, por ejemplo al cancelar el Estado laico y entregar a la derecha mexicana la elaboración y difusión de la llamada Cartilla Moral; al convertir a México en una jaula y un muro al servicio del gobierno de Trump, para retener a los migrantes; cuando destruye todo el sistema de salud y todo el sistema educativo; cuando cancela herramientas fundamentales para la educación, la ciencia y la cultura, como la Internet en las universidades.
El golpe de Estado real es el atentado a la economía de todas las familias, al cancelar el desarrollo económico del país, al hacer todo para limitar el crecimiento económico y la creación de empleos y al destruir instituciones fundamentales como el Coneval.
El verdadero golpe de Estado lo lleva a cabo el propio presidente Obrador, desde Palacio, y consiste en la destrucción de la democracia mexicana.
Al tiempo.