Poder y dinero
La pregunta se generalizó con el asilo que otorgó el gobierno de México al depuesto presidente de Bolivia, Evo Morales.
¿Cómo es posible que dictaduras como la colombiana, venezolana y la nicaragüense, entre otras, se construyeron a partir de la democracia?
La respuesta la conocemos en México a la perfección.
Sí, esas dictaduras se gestaron una vez que el presidente en turno decidió colonizar todas las instituciones del Estado, hasta convertir tales instituciones en lo que conocemos como “los carnales del presidente”.
Y si lo dudan vale recordar que en los gobiernos de Felipe Calderón y Peña Nieto, apareció la expresión “carnal”, alusiva a la tentación presidencial por colocar a amigos e incondicionales en puestos clave de otros poderes y/o al frente de los novedosos órganos autónomos.
Con Peña Nieto cobró carta de naturalización la figura del “carnal” –que no es otro que el hermano, amigo, cuate o el incondicional–, en un puesto relevante de un poder alterno o paralelo.
Así, por ejemplo, Peña Nieto fue perseguido por los fanáticos lopistas porque designó Procurador a Eduardo Medina Mora a quien luego llevó a la Corte. Le endilgaron a Peña que tenía un Procurador “carnal” y otro “carnal” como ministro de la Corte.
Lo simpático y hasta ridículo de caso es que hoy, con Obrador como presidente, “los carnales” del tabasqueño están en los Tres Poderes, en todos los estados –con el nombre de Súper Delegados del presidente–, y en los principales organismo autónomos.
Bueno, los “carnales” de AMLO están hasta en los medios, públicos y privados, en donde son escuderos de la propaganda oficial; de la cultura del engaño y la mentira.
Pero el mayor escándalo de los afanes totalitarios de Obrador es el que protagonizaron senadores de Morena; legisladores tramposos que fraguaron un descomunal fraude para imponer como presidenta de la CNDH a la señora Rosario Piedra Ibarra, militante de Morena y fanática de AMLO.
¿Qué pasó ahí? ¿Ya no enoja a los lopistas y a las izquierdas que la presidenta de la CNDH sea militante de Morena, que haya sido candidata a un puesto de elección popular por Morena y que haya defendido de manera fanática a AMLO? El proceso será repuesto pero con las mismas trampas.
Pero esa es apenas la punta de la madeja de la incongruencia de los fanáticos lopistas y de la dizque izquierda.
Vale recordar que el presidente Obrador tiene un “fiscal carnal” en Alejandro Gertz Manero, el Fiscal General de la República.
Sin importar que la Fiscalía General de la República debe ser autónoma, por mandato constitucional, Gertz Manero es mucho más que un “carnal” del presidente; en realidad es el “mastín” que se encarga de perseguir y llevar a prisión a los enemigos, adversario y críticos del presidente.
Y si lo dudan basta revisar el caso de Rosario Robles, presa de manera ilegal por ordenes del presidente.
Pero no es todo. López Obrador tiene un puñado de carnales en la Comisión Reguladora de Energía; tiene cientos de “carnales” en la Cámara de Diputados y decenas de “carnales” en la de Senadores.
Pero acaso el mayor escándalo es el del titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, Santiago Nieto, que se ha convertido en el más eficiente “sabueso” para llevar a cabo la persecución de los enemigos y adversarios del presidente.
En cambio, “la joya” de la corona de los “carnales” de AMLO es el control total que tiene sobre la Suprema Corte y la Judicatura Federal.
Resulta que en la Corte el presidente no tiene un “ministro carnal”, ni dos ni tres… tiene cuatro “ministros carnales”, entre ellos al presidente del Máximo Tribunal.
Es decir, Obrador tiene el control total de los tres Poderes de la Unión –Ejecutivo, Legislativo y Judicial–, además de que controla a todos los gobernadores a través de los “Súper delegados”, que no son otra cosa que mandatarios estatales alternos y espías que le reportan al presidente el comportamiento de los gobernadores.
Pero no termina ahí el control dictatorial de Obrador. Resulta que a través de las conferencias “mañaneras”, el presidente mexicano tiene el control absoluto de la agenda mediática y de todo su gabinete.
En realidad las mañaneras de AMLO son copia del “aló presidente” del chavismo, son el equivalente a los discursos maratónicos de Castro y el escenario ideal del culto a la personalidad que ensaya Nicolás Maduro.
Esos cientos de “carnales” son los que en Bolivia y Venezuela gestaron la dictadura. Y son los que hoy gestan la dictadura de AMLO.
Al tiempo.