Frente a la guerra/Felipe de J. Monroy
¿Por qué el odio de López a la ciencia?
Las preguntas recorren, con inusual frecuencia, los comederos políticos.
¿Por qué el odio de López Obrador a la ciencia?
¿Por qué la instrucción presidencial, al fiscal general, de perseguir y pretender llevar presos a una treintena de científicos del CONACYT?
¿Por qué la pulsión dictatorial de Palacio, por capturar el control de la UNAM, el CIDE y de otras universidades y centros públicos o privados donde se preparan los científicos mexicanos de todas las disciplinas?
Y si en los comederos políticos son obligadas tales preguntas, también son comunes las respuestas de todo tipo, incluso las más disparatadas.
Pero existe una explicación que parece la más adecuada y que aparece en una reciente biografía de Ángela Merkel –de la escritora española Ana Carbajosa (editorial Ariel)–, bajo el título de “Crónica de una era”.
Dice la autora –pág. 37 y 38–, “No está claro hasta qué punto la Física era su vocación, pero sí es evidente que era una de las carreras que escapaban de las garras ideológicas del régimen. Estudiar Sociología, Política, Derecho o cualquier otra ciencia social, hubiera supuesto un adoctrinamiento que Merkel quiso evitar”.
Luego, la propia Merkel lo explica: “La elección de mi profesión estuvo influenciada por las circunstancias de vida de la RDA (la Alemania sometida por la dictadura soviética luego de la Segunda Guerra Mundial), porque una actividad científica era la promesa lo más cercano posible a la verdad”.
En otras palabras, que el objetivo central la ciencia y, por tanto, de las mujeres y los hombres de ciencia, es buscan la verdad.
Por eso, la ciencia y los científicos son el poder social del que tarde o temprano saldrá la luz que exhibirá, a los ojos de todos, las mentiras oficiales.
Y viene a cuento el tema porque en días pasados estudiantes, académico, científicos e intelectuales mexicanos se manifestaron contra los ataques de López Obrador al CONACYT, el CIDE, la UNAM y, en general, en repudio al autoritarismo oficial.
Miles de estudiantes, académicos, científicos e intelectuales exigieron poner fin a la pulsión presidencial que busca convertir en centros de adoctrinamiento las instituciones de educación superior, público o privados.
Reclamaron respeto al pensamiento distinto, a la diversidad de ideas a la universalidad educativa, a la libertad de cátedra y al intento fascista de atrapar los centros universitarios para convertirlos en focos de adoctrinamiento.
Lo más curioso de la protesta es que muchos estudiantes, académicos, intelectuales y científicos que hace tres años depositaron su voto y esperanza en López Obrador, hoy exigieron congruencia entre el discurso del candidato y las acciones autoritarias y dictatoriales del presidente.
Y es que a 36 meses del gobierno fallido de AMLO muchos estudiantes, académicos, intelectuales y hombres de ciencia parecen abrir los ojos y han entendido las razones que llevan al otrora “amado líder” a “odiar la ciencia”, a los científicos, al conocimiento y combatir la educación de excelencia.
Muchos de esos estudiantes, académicos, intelectuales y científicos ayer cerraron los ojos ante la evidencia de que el proyecto de López –mal llamada Cuarta Transformación–, no era más que un espantajo soportado en un engaño generalizado; mentira repetida mil veces hasta hacerla ver como verdad.
Hoy, muchos de esos estudiantes, académicos, intelectuales y científicos reconocen que sólo la educación, la ciencia, el conocimiento y la cultura podrán destruir la montaña de mentiras que edificaron López y su pandilla.
Y es que, en efecto, López apela a la ignorancia, la desinformación, la incultura, la manipulación y la propaganda tramposa, para mantener vigentes la polarización y la ceguera entre buena parte de los ciudadanos.
Por eso para su gobierno es prioritario capturar universidades públicas y privadas y someter a estudiantes, académicos y científicos; por eso la amenaza de llevar a prisión a las mujeres y los hombres de ciencia, a universitarios, académicos y a todos los mexicanos de excelencia.
Pero también por eso la impensable respuesta social; el rechazo a la captura de centros de enseñanza superior; el repudio al adoctrinamiento dictatorial en las universidades y la solidaridad de buena parte del intelecto y la ciencia en torno al CONACYT, al CIDE, a la UNAM…
Y es que los ciudadanos no podemos caer dos veces en la misma trampa y en el engaño reiterado de un populista que llegó al poder gracias a la polarización y la división de los mexicanos.
Por eso el objetivo central para el 2024 debe ser poner fin a la mentira oficial y acabar con el engaño de “los otros datos”.
En pocas palabras, la tarea central del ciudadano es a favor del rescate de la verdad.
Al tiempo.