Fortaleza digital con el aguinaldo
¡Se los dije: López, nuevo Díaz Ordaz!
Primero las preguntas.
¿Son iguales los presidentes López Obrador y Díaz Ordaz?
¿Son iguales los momentos y las razones que detonaron la represión oficial de 1968 y la persecución estudiantil de palacio en el 2021?
¿Es igual la sociedad mexicana de 1968, gobernada por el represor Díaz Ordaz, que la sociedad y el México del 2021, gobernada por el dictador y populista López Obrador?
¿Cuáles son las diferencias del gobierno y la represión del primero y el autoritarismo de sátrapa llamado López Obrador?
Y vale preguntar porque luego de la persecución lanzada desde Palacio contra la UNAN, el CIDE y otras universidades públicas y privadas –en 2021–, son muchos los intelectuales, académicos, científicos y estudiantes que intentan comparar al dictador Obrador, con el represor, Gustavo Días Ordaz.
Y es que no pocos científico, académicos y opinantes dicen que el sátrapa y populista Díaz Ordaz llevó a cabo una represión igual a la que hoy lleva a cabo el también populista y sátrapa López Obrador.
Incluso, algunos científicos y académicos argumentan que la diferencia es que en 1968 la represión oficial fue contra universidades públicas y que hoy, en el 2021, el ataque también va dirigido a los grandes centros educativos de excelencia de la educación privada.
Lo cierto, sin embargo, es que más allá de las diferencias evidentes en el tiempo, la cultura cívica y democrática; en los fenómenos sociales y políticos, es que López Obrador es peor que Díaz Ordaz.
¿Por qué?
Porque antaño, en los tiempos de Díaz Ordaz, el reclamo social y estudiantil era a favor de conseguir básicos democráticos, como libertad de expresión, libertad de manifestación, pluralidad política, sufragio efectivo, libertad de prensa y fin de presidencialismo autoritario y centralista.
Hogaño, en cambio, López llegó al poder gracias a todas esas libertades y, contrario a Díaz Ordaz, el gobierno de Obrador se empeña en regresar a los tiempos “pre civiles”, a los años en los que no existían libertades de expresión y de prensa; libertad de manifestación; en donde no había pluralidad y en donde prevalecía el presidencialismo autoritario y centralista.
Es decir, que el gobierno de López Obrador hace todo por convertirse en un grosero remedo del gobierno de Días Ordaz.
Y curiosamente eso lo dijimos aquí, en el Itinerario Político del 18 de enero de 2019, titulado: “AMLO, peor que Díaz Ordaz”.
A propósito de a Ley que propuso AMLO para crear la Guardia Nacional, aquí documenté que el nuevo presidente estaba tomando decisiones y proponiendo reformas constitucionales que le permitieron tener el poder absoluto, al mejor estilo de Díaz Ordaz.
Dije que la cultura política de AMLO lo llevaría a pretender someter a Los Tres Poderes, a los tres órdenes de gobierno y limitar las libertades, sobre todo libertades como al de expresión y de prensa.
Y dije que el mejor ejemplo era la persecución contra medios y periodistas; persecución como la emprendida contra el Ricardo Alemán y otros periodistas críticos.
Y es que desde entonces era evidente que López pretendía colocar “un bozal” sus críticos, a los medios, a los investigadores e intelectuales.
Y pocos meses después se cumplió nuestro pronóstico.
Por eso, en la entrega de la columna Al Tiempo, del 01 de noviembre del mismo 2009, titulado: “El bozal de AMLO”, dije lo siguiente.
“Sólo han pasado 11 meses y desde Palacio se ordenó un grosero “bozal” para callar “a los fieles borregos” del poder presidencial; bozal ordenado tanto en medios públicos como privados, en el Congreso, entre opositores y –lo impensable–, bozal presidencial que alcanza hasta a los “sesudos” académicos de instituciones como el CIDE y el Colegio de México, entre otros”.
Y es que una veintena de académicos del Colmex habían sido obligados a firmar un desplegado aplaudiendo la decisión presidencial de dejar en libertad a Ovidio Guzmán, dizque por razones humanitarias; el mismo Ovidio por el que hoy el gobierno de EEUU ofrece 5 millones de dólares.
Así concluyó aquella entrega: “Es decir, que el maniqueísmo lopista tiene fanatizados no sólo a los incultos de las zonas deprimidas y menos a los pobres sin esperanza. No, la estulticia lopista convenció a los prohombres de la ciencia y la cultura de México, a sapientes y doctos académicos del CIDE y del Colegio de México. ¡Ver para creer…! (Fin de la cita)
Sí, el autoritarismo, la presión, la corrupción y el mal gobierno confirman que López Obrador es la versión moderna del criminal Díaz Ordaz.
Al tiempo.