Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Juana, el milagro
No sólo es noticia en los siempre machistas comederos políticos. No, también es debate obligado en tertulias familiares, en encuentros de mujeres y hasta en las confrontaciones entre familias de distinta preferencia electoral.
Se trata de Juana –a secas, dejando atrás el diminutivo juanita–, la acompañante y compañera del candidato presidencial, José Antonio Meade.
Y es que Juana no sólo es noticia sino que ya se convirtió en factor de diferencia y motor de cambio entre los tres aspirantes presidenciales, sobre todo en una elección como la que veremos en los próximos 181 días, en donde el mínimo detalle será determinante para el resultado.
Como saben, Juana Cuevas no sólo es esposa de José Antonio Meade, sino que –para efectos electorales–, es compañeras de fórmula del precandidato presidencial del PRI. Pero hay más, Juana es el ancla que confirma a Meade como un candidato ciudadano.
¿Por qué?
Porque para el gran público, para el elector de a pie, Juana no es sólo la esposa y compañera de Meade, sino que es una ciudadana común, capaz de anclar al político Meade en el suelo de los mortales; es más que una esposa, que la pareja de vida y que la compañera circunstancial del viaje presidencial.
Y es que en el mensaje político-electoral y en el impacto subliminal que mandan a los electores la dupla de Meade-Cuevas, la figura de Juana es de la ciudadana de a pie; fresca, alejada del cliché convencional y convenenciero de esposa de un político. Por ello, aleja a Meade del acartonado político clásico.
Para efectos prácticos –de imagen y mensaje–, la candidatura del PRI-PVEM-Panal es una candidatura compartida. ¿Por qué? Porque en los hechos se trata de un binomio entre un político sin partido, como Pepe Meade y su compañera de vida y de viaje presidencial, Juana, que al mismo tiempo es la parte ciudadana del binomio.
¿Cuándo, la esposa de un candidato presidencial se había convertido en factor activo y real, a favor del voto de su esposo? ¿Recuerden a las esposas de De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña?
¿Cuándo, en una candidatura presidencial, la discreta esposa del aspirante se convirtió en poderoso binomio para ganar votos?
Según especialistas de imagen, Juana no sólo es el complemento ciudadano del candidato Meade, sino que es el ejemplo perfecto de la equidad de género, condición que manda un poderoso mensaje de estabilidad familiar.
¿Dónde están las esposas de AMLO y de Anaya? ¿Cuántos ciudadanos las conocen, más allá del círculo rojo? ¿Son, la de AMLO y Anaya, esposas sometidas?
Al de Juana, algunos ya le llaman “el milagro de Juana”.
Al tiempo.