Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de septiembre de 2019.- Admirar las estrellas de Hollywood a mediados del siglo pasado era también una manera de apreciar Acapulco, el destino de playa guerrerense era el favorito de actrices como Ryta Hayworth, Elvis Presley, Johnny Weissmuller, John Wayne, Rock Hudson o Elizabeth Taylor quien incluso celebró su boda con el productor Mike Todd en el puerto del pacífico mexicano.
Acapulco era también el lugar en el cual vacacionaba el Jetset de México y Estados Unidos.
«Para mi Acapulco era el paraíso; lo había conocido y no estaba dispuesto a olvidarlo así recuerda” Henri Donnadieu su primer viaje en 1970, el empresario francés quien en 1977 se aventuró junto a otros inversionistas a instalar el Bar Nueve de Acapulco, en el cual se volvieron anfitriones de actores como Sean Conery, Úrsula Andress, Grace Jones, Sylvester Stallone y músicos como Tony Benett y Village People.
Cuarenta y dos años después, Donnadieu recuerda que disfrutó de un Acapulco que ya no existe, “el de las fiestas, el del Jetset, incluso tuve la suerte de rentar y posteriormente adquirir la casa que perteneció a Dolores del Río en Acapulco y a la que bautizamos con mi socio Manuel Fernández como Villa del Río”.
¿Qué le pasó a ese Acapulco?
Ese Acapulco se acabo, creo que algo que cambió la fisionomía del puerto fue la llegada del turismo de forma masiva desde la Ciudad de México. En 1979 cerramos el Bar el Nueve de Acapulco, pero aún seguía visitando la playa, incluso en 1994 abrí una restaurante que se llamó El Olvido, entonces fui un testigo de cómo iba cambiando Acapulco, a raíz de la apertura de la Autopista del Sol (1990).
Llegó una masa de turistas desde la Ciudad de México que cambio Acapulco, llegó el turismo masivo, se puede decir que se democratizo, entonces todo la parte la costera, que era muy bonita, de comenzó a llenar de gente.
Pasó lo mismo que con la calle de Amberes en la zona Rosa de la Ciudad de México, la cual en algún momento albergó tiendas exclusivas como Cartier y Tane entre otras, la cuales con el paso se mudaron y ahora esos espacios son ocupados por chelerías.
La costera se convirtió en un lugar de puras chelas baratas y llegó la inseguridad también.
Acapulco era un lugar de esparcimiento caro, pero con el turismo de masa se abarató, ya no hay más esas fiestas maravillosas del Jetset.
Donnadieu quien recientemente presentó La noche soy yo, un libro con sus memorias como empresario y promotor cultural narra que ahora las zonas de lujo de Acapulco se han convertido en cárceles doradas en las cuales para accesar como visitante o propietario de algún inmueble tiene que pasar por numerosos filtros de seguridad y restringir la estancia para vacacionar a zonas que cuentan con algún tipo de vigilancia.
“La zona conocida como Acapulco Diamante, pero la verdad es un guetto, cuando voy a visitar algunos amigos hay que pasar hasta tres filtros de seguridad, estás en una cárcel dorada. A mí lo que me encantaba es el Acapulco tradicional”.
El Acapulco tradicional al que se refiere el oriundo de Nueva Caledonia Francia es la zona de Barra Vieja y Playa la Condesa donde persisten restaurantes de mariscos con especialidades como el pescado zarandeado o la talla.
En Barra Vieja se ubica el restaurante de Cira la Morena y de su hija Juana la Cubana, los cuales son un referente del Acapulco tradicional.
“En los setentas iba casi a diario con Cira la Morena, me hice gran amigo de ella, hicimos compadrazgo por su hija, a quien conocen como Juana la cubana, por ellas adoro barra vieja”, recuerda.