LA COSTUMBRE DEL PODER: Agravio y memoria

11 de octubre de 2012
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Gregorio Ortega

Amplias observaciones formuladas por una perspicaz lectora, motivan el replanteamiento de algunos análisis considerados ciertos o, al menos, ajenos a la pasión causada por filias o fobias diversas.

Antes de abordar los de la sustitución del proyecto de la Revolución y de la reformulación de la relación bilateral con EEUU, deseo referirme a la certeza de que buena parte de la sociedad dejó de ser acrítica, que ya no olvida los agravios de que es víctima por parte de sus autoridades, porque ese lugar común de que los pueblos no tienen memoria, es falso; también porque las redes sociales funcionan como conciencia para quienes aspiran a no dejarse mangonear ni ningunear, y debido a esa comunicación instantánea y en tiempo real, el agravio contra una persona, una familia, un grupo, una clase, se transforma en agravio a toda la sociedad.

El mundo es diferente después de Internet, de las redes sociales, de la posibilidad de conocer en tiempo real lo que sucede a dos o tres mil kilómetros de distancia; de enterarse de minucias o sucesos cruentos, como el acoso (bullying) a un pordiosero anónimo que paga con su vida el ocio de la élite, o el que causa el suicidio de una estudiante; de enterarse también que Osama Bin Laden pudo ser encontrado y ejecutado, porque así lo determinó el supremo poder de Estados Unidos. Este agravio es un nuevo motor para el extremismo de los islamistas, para el terrorismo.

Acá no es distinto. Así como las redes sociales se encargaron de difundir el video que propició el asesinato del embajador Chris Stevens, también se encargarán de mantener viva la presencia de los 49 niños fallecidos en Hermosillo, cada aniversario de ese hecho; reproducirán las veces que sea necesario el agravio significado en el uso y abuso que hacen de las cuotas sindicales los líderes y sus familiares; insistirán en recordarnos el número de muertes durante el actual sexenio, el aniversario de la masacre de San Fernando, los ejecutados de Salvacar con las armas del operativo Rápido y Furioso -cuyo propósito era y es desestabilizar al país-, los feminicidios de Ciudad Juárez, la denuncia de Zhenli Ye Gon, que el senador Javier Lozano Alarcón no podrá desprender de su ambigua trayectoria política; la promesa de transparentar los sindicatos para terminar con los vicios, y que los agremiados tengan la posibilidad de impedir que los hijos de los líderes se gasten sus cuotas sindicales…

La memoria, entonces, está al alcance de un “click”, con el agravante de que puede compartirse con los seguidores en twitter, que a su vez compartirán con sus propios seguidores. Lo anterior no significa que todos estén dispuestos a hacer la revolución, a irse al monte, pero sí deseosos de buscar la transparencia y ajustar cuentas en las elecciones, si antes el hambre y más agravios no modifican su comportamiento.

Así como los gobernados de hoy no son idénticos a los de ayer, los gobiernos no pueden repetirse incesantemente. La ofensa no puede ser permanente, como no es infinita la producción de bienes y servicios. Tendrán que buscar un equilibrio.

QMX/gom

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