LA COSTUMBRE DEL PODER: AMLO el sicofante

06 de agosto de 2012
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Gregorio Ortega

Sostiene, el sicofante tabasqueño, que no es responsable del clima político, mucho menos un desestabilizador. Está bien, 15 millones de electores creen en su apóstol, pero son incapaces de confrontar la realidad con los dichos de su líder, carecen de los tamaños para exigir que les explique cuáles son los beneficios obtenidos para ellos, si contra la lógica de su profeta el Tribunal Electoral actuará conforme a la ley, no coaccionado por el capricho ni la amenaza de incendiar al país, lo que no requiere de salir a la calle, sino de la pirotecnia verbal para sembrar insidia, para empollar el huevo de la serpiente y confrontar a la nación, pues su propósito es impedir al próximo gobierno hacer lo que tiene que hacer.

Convertido en el maestro de la calumnia -carece de pruebas legales que justifiquen su proceder-, enfrente de él el gobierno constitucional titubea, no asume su responsabilidad y -en momentos de abandono anímico porque pierde el poder y el nicho que pensó históricamente le correspondía, por la aplicación de sus políticas públicas- parece sumarse al linchamiento en contra de quienes triunfaron en las elecciones, porque ve en el PRI una abominación bíblica, al anatema.

La cordura, la sensatez parece abandonar a los líderes que pueden y tienen el deber patriótico de desmentir al sicofante y ponerlo en su lugar, pero temen a la opinión pública y se aferran a lo por ellos considerado políticamente correcto.

Los buenos lectores de historia y conocedores de México y los mexicanos, saben ya que las viejas fórmulas no funcionan: establecer analogías con el chavismo, llamarlo de nueva cuenta un peligro para México, sólo fortalecerá su prestigio entre esos 15 millones de electores que le confiaron su futuro. ¿Cómo desengañarlos? Es responsabilidad de los expertos, pero sobre todo del gobierno actual, porque tiene un mandato constitucional muy claro.

Al escuchar a AMLO es fácil evocar a Lucio Cornelio Sila, en esas arengas en las que afirma que llega a Roma, al poder, para imponer orden, dar libertad y paz, pero lo primero que hizo fue borrar la constitución; en un diálogo recreado por Taylor Caldwell, Cicerón dice al gobernante: “Desconfío de las emociones vehementes e incontroladas que toman su impulso no de la razón, sino de la malicia y la confusión. Si el hombre no ha de ser simplemente una bestia, debe obedecer las justas leyes establecidas por hombres justos y no las leyes caprichosas de los tiranos.

“Las leyes destinadas a halagar el grosero sentimentalismo de los analfabetos y de los que no piensan más que en las necesidades de la barriga no tienen nada de leyes… Por desgracia ocurre muy a menudo que el salvajismo es utilizado por hombres sin escrúpulos en beneficio de sus intereses… Y pueden descubrir, demasiado tarde, que han agarrado a un tigre por la cola”.

Es lo que AMLO quiere poner en manos de EPN, porque nadie hace acto de presencia con la suficiente autoridad ética para desmentirlo.

QMex/gom

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