Abanico
Cuando Arturo Núñez decidió viajar el Distrito Federal para entrevistarse con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en lugar de buscar la procuración de justicia y tocar las puertas del despacho del procurador General de la República, por ser ésta la instancia que determinará si son reales los supuestos delitos cometidos por Andrés Granier, mostró el verdadero perfil del acoso mediático contra el ex gobernador: es político.
El destino de Granier se anunció mucho antes de que él asumiera la responsabilidad de regresar de la ciudad de Miami e ir a declarar a la Seido; quedó sellado cuando recibió en la Quinta Grijalva -sostienen los que dicen estar enterados- al mensajero enviado desde la ciudad de México, para informarle que debía de desistir en su intento por imponer a Luis Felipe Graham como candidato a sucederlo, pues la auscultación interna del PRI había determinado que quien podría ganar las elecciones en Tabasco era Jesús Alí de la Torre.
Debido a que Arturo Núñez Jiménez contendería desde la oposición, el mensajero priista amplió el mensaje: además de desistir en imponer a su candidato, adquiría el compromiso, la obligación de ganar las elecciones, pues de lo contrario Andrés Granier intentaría repartir lo que jamás podría acabarse.
Claro que es posible, pero con toda certeza improbable, que Andrés Granier haya metido la mano al cajón de los recursos presupuestales y adquirido una riqueza fuera de toda proporción, sólo falta que quienes decidieron hundirlo aporten, sin sombra de duda, las pruebas necesarias para hundirlo más allá del linchamiento mediático al que está sometido, lo que hace recordar la célebre frase de José López Portillo al referirse a los funcionarios corruptos: “No se les acusa de tontos…”.
La otra vertiente de este enredo mediático y de lucha por el poder, está en los 800 millones de pesos incautados en una propiedad de José Manuel Saíz, lo que únicamente prueba -insisto, me cuentan los tabasqueños- que el ex secretario de Finanzas del gobierno de Granier fue un destacado estudioso de la historia del narcotráfico y los diferentes estilos de lavado de dinero, pues supuestamente decidió abrir su caja negra -como en los mejores tiempos de Pablo Escobar Gaviria- en las oficinas a su cargo, para lavar dinero, lo que es lógico dada la acusación por la cual le dictan el auto de formal prisión: uso de recursos de procedencia ilícita. De aquí a probarle el peculado, hay un largo trecho.
A todas luces resulta creíble la acusación, porque Andrés Granier y sus familiares viven más allá de lo que jamás pensaron, pero para comprobar que metió la mano al cajón falta un largo trecho, porque quienes lo hacen como método para resolver su situación económica y tienen sistema para proceder con discreción, resultan más listos que las autoridades.
Ahora podremos comprender las razones por las cuales Arturo Núñez, que se resistía a demandarlo, no porque fuera inocente sino porque las pruebas son escasas para enjuiciarlo por los delitos de los cuales la sociedad lo acusa, decidió visitar a Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación.
QMX/gom