Libros de ayer y hoy
La desregulación afectó todo, al menos en México. Acá modificó el comportamiento y las legítimas ambiciones de políticos y empresarios; trastocó códigos de conducta, potenció lo peor del puritanismo anglosajón: la codicia.
Para constatarlo, sólo es necesaria una revisión somera a la biografía de políticos en apariencia muy distintos entre ellos, pero, en el fondo, marcados por idéntico comportamiento social e ideológico, siempre guiados por una desbordada pasión por el poder.
Por insistencia de Fernando Gutiérrez Barrios conocí a Arturo Núñez. Existió una empatía natural, favorecida por su inclinación a comentar los sucesos políticos del momento y su incidencia hacia el futuro, y por mi disciplinado silencio para aprender a escuchar y formular las preguntas correctas en su oportunidad.
En cuanto se desregularon las normas no escritas para, de acuerdo a los principios priistas, ascender en los escalafones del poder, vio sus oportunidades perdidas, sobre todo como consecuencia de que en 1997 su área de responsabilidad en la Secretaría de Gobernación fue rebasada por lo inesperado, al perder la mayoría en el Congreso y al negociar en desventaja la instalación de la Legislatura, con el propósito de que Ernesto Zedillo rindiera su tercer Informe de Gobierno.
Sólo tardó tres lustros en reconstruirse para, a través del difícil camino electoral, de la defección partidista e ideológica, hacerse con la gubernatura de Tabasco, que él consideraba como derecho propio y legítimo.
Obtuvo lo que Andrés Manuel López Obrador ya no tendrá jamás. Ambos perdieron lo que es parte esencial en un ser humano con aspiraciones de trascender históricamente y dejar una impronta ideológica y social para la familia y los correligionarios, al menos. Me refiero a la congruencia.
Arturo Núñez corre un riesgo adicional: Andrés Manuel López Obrador querrá administrar el gobierno de Tabasco como si él hubiese hecho la campaña y ganado los comicios. Desconozco si las versiones que corren en la prensa nacional acerca de los nombramientos supuestamente a él impuestos tienen fundamento, pero es un hecho cierto que astringencia económica entre los que aspiran a transformar México desde el Movimiento de Regeneración Nacional.
Lo que me inclina a conceder veracidad a esas versiones, es la falta de contundencia del gobernador de Tabasco para exhibir y denunciar a su antecesor, Andrés Granier, a quien ni siquiera debió aceptarle la entrega administrativa del poder, pues está confirmado que los documentos contables del gasto gubernamental fueron robados. ¿Cómo firmar así un acta de entrega recepción?
El daño de la desregulación en política parece irreversible. Anota mi Demonio de Sócrates: “A todas las causas particulares de desafección se añadió una más general que es como el reverso de la idolatría. El Estado había dejado de ser, bajo el nombre de nación o de patria, un bien infinito, esto es, un bien al que servir con abnegación. Por el contrario, se había convertido a ojos de todos en un bien de consumo ilimitado”.
¡Y parecen empeñados en acabárselo!
QMX/gom