Juego de ojos
Desconozco quién o quiénes toman las decisiones en materia de procuración y administración de justicia, en un intento por restablecer imagen y favorecer el olvido del desdén, pero la solución propuesta para el caso Atenco, además de encimar el desprecio a la agresión sufrida, fomentará el rencor.
La SCJN ya dio una resolución -más política que jurisprudencial-, por tanto, la sociedad no puede sino coincidir con la posición de un grupo de diputados del PRD, pues con justa razón consideran que la “solución amistosa” propuesta por el gobierno federal a las mujeres víctimas de ultraje y violencia en San Salvador Atenco es inadmisible; una disculpa de ninguna forma subsana la agresión que padecieron las víctimas. “Si el presidente Enrique Peña Nieto pretende transformar el país, está en obligación de impulsar el castigo a los responsables materiales e intelectuales”, sostienen, y no están equivocados.
Cuando el cúmulo de agravios a la nación -cometidos por diversos gobiernos de distinto signo político- se transforma en pesada carga y rompe los vínculos entre la sociedad y el Estado, se pasa del insulto al desprecio, y de éste al expolio y la humillación.
Nada han hecho para resarcir a los mexicanos de tanta crisis económica, del saqueo de los mexdólares, de la impudicia con la que administran los bienes nacionales, de la impunidad, de la violencia y de la vergüenza de entregar parte de la administración y del poder político a los poderes fácticos. Es tiempo de que eso cambie, y para ello es necesario sancionar a los culpables, con el propósito de que EPN encuentre el apoyo necesario para transformar México, modificar la actitud y el comportamiento de la sociedad, e impulsar las reformas estructurales.
El diputado Roberto López reprocha la ausencia de voluntad para resolver el caso de las mujeres agredidas por la policía del estado de México. “No hay voluntad si existen órdenes de arriba para ejecutar decisiones. Incluso la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha visto caer su credibilidad; cada vez menos ciudadanos le creen, porque es evidente que actúan bajo consigna”.
La descomposición de las instituciones públicas es grave, y por más esfuerzos que haga el actual gobierno para restituirles credibilidad, confianza y honorabilidad, de nada servirá si no hay sanciones que indiquen que la impunidad y la corrupción deben disminuir.
Por lo pronto, el efecto Elba Esther Gordillo se fue, se esfumó, porque a pesar de los contenciosos por ella cometidos contra la educación pública y el futuro de los mexicanos, la sociedad adquirió consciencia de que la líder moral y ética del magisterio es ajena a los agravios que más laceran a los mexicanos, como lo son el desempleo, la salud, la violencia y la imposibilidad de saciar el hambre. “Las penas con pan son menos”, dice el dicho, y es una verdad de a kilo.
Dejar sin resarcir esas humillaciones es sentar las bases de apoyo a la autodefensa, es favorecer un deslinde entre la autoridad y el pueblo, es abrir la puerta a una violencia mayor que la padecida hasta hoy, porque los grupos armados, por peor pertrechados que estén, son caldo de cultivo para los sicarios, para los barones de la droga, para la incipiente guerrilla.