Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido/Felipe de J. Monroy
Los hechos parecen incontrovertibles. Miembros distinguidos del PAN se desgañitaron en su prédica contra la corrupción, para ocultar la propia; la adecuaron a su hipocresía y envolvieron en derivaciones éticas y morales, como la practicada por la extrema derecha de Aznar y por distinguidos miembros de la casa real de España.
Acá, César Nava, incapaz de encontrar una explicación para justificar la compra de su departamento en Rubén Darío, imposibilitado por la concupiscencia por el dinero, idéntica a la padecida por los codiciosos estadounidenses, da largas a una respuesta que Joaquín López Dóriga espera con la paciencia de Job. Nunca llegará.
El problema con personas como César Nava, que se consideran herederos de Merlín, es que su corrupción corre en varias vertientes, porque a diferencia de los políticos con distinta ideología a la suya, él lo mismo es concupiscente con la codicia que con el poder, con Eros que con Tánatos, con el deseo de humillar que con la necesidad de sentirse amado, pero sobre todo quiere ser servido, de allí su comportamiento, que lo conduce a la negación de él mismo.
Por el contrario, los antecedentes de Emilio Lozoya Austin permiten suponer que las investigaciones de Pemex en torno a los controvertidos contratos con la empresa Siemens S. K. Engineering van más allá de una confrontación ideológica y política, porque se enmarcan en el propósito de establecer marcos de referencia éticos para combatir la corrupción en esa empresa del Estado. Es la punta de lanza de la estética política del regreso del PRI.
Ese Demonio de Sócrates que hoy está disfrazado de ingeniero químico, de contador, de especialista en la industria petrolera y en el combate a la corrupción, sostiene que puede explicarlo con peras y manzanas, y afirma: “Todo había perdido su razón de ser, había envejecido, todo había quedado arrinconado, pasado de moda… Después del cataclismo se intentaba mantener en pie los edificios, aunque estuvieran resquebrajados; se pintaban las fachadas y todo el mundo volvía a colocarse en su sitio, ante su escritorio… la gente procuraba embellecer el marco de su vida…
“¿En qué creen? ¿Qué esperan? Únicamente podía comprobar que la sociedad se apegaba a las antiguas convenciones… Los seres humanos habían despertado del mortal terror y se lanzaban con un hambre insaciable a conseguir dinero. Desde hacía algunos años (¿12?), el dinero lo era todo: todos corrían detrás de unos billetes desgastados y arrugados; el dinero reinaba por encima de los asuntos públicos, de las familias, de los sentimientos”.
Pero el problema se le viene encima a César Nava, porque a despecho de Florestán, el epígono de Joaquín López Dóriga, Merlín, que sí es un mago, quiere vivir como tal, en la calle Rubén Darío, y tener vista al bosque de Chapultepec, lo demás le sale sobrando.
Es tiempo de que el PAN ponga el ejemplo moral que omitió cumplir durante 12 años; es tiempo de la purga interna, para que florezca la oportunidad de una transición. Pero como en el PRI, tampoco la harán.
QMX/gom