Abanico/Ivette Estrada
Quizá la primera reforma estructural que el presidente constitucional de México debió enviar al Congreso, es la que aspira a crear el organismo anticorrupción, porque es la llave que abre o cierra la transformación del comportamiento de los mexicanos.
Contemplar, evaluar el fenómeno de la corrupción en México requiere de ojos frescos, de una perspectiva que facilite observar su extensión y consecuencias en su totalidad, porque de hacerse de manera parcial sólo será podar ese árbol cuyas ramas abrazan toda la sociedad.
Partir del supuesto de que los corruptos únicamente están escondidos en las oficinas de gobierno, al acecho de incautos, o bien a seducir dispuestos capitanes de industria, inversores de todo tipo, comerciantes o profesionistas, es un equívoco, porque la corrupción es una actitud, es una manera de ser, y ha permeado en la sociedad toda.
Dejó de asumirse la simplificación acusatoria en contra del funcionario público, porque por cada ciudadano valiente que lo denuncia y los medios de difusión que hacen eco del mal comportamiento de ese administrador, hay nueve que buscan resolver sus problemas a como dé lugar, porque en ello les va una equivocada dignidad, acompañada de la certeza de haber perdido la oportunidad de avanzar social y económicamente. Se corrompen ellos, para corromper a quien puede solucionarles un problema.
Desconcierta y desanima que el presidente del Senado y pastor de la fracción parlamente del PAN, admitiera que los contenciosos electorales en Veracruz influyeron para que no pudiera concretarse la reforma constitucional que aspira a dar vida a la Comisión Nacional Anticorrupción.
México está en el umbral del incendio social por la corrupción, que lo mismo entorpece la legislación secundaria de la reforma educativa, que su aceptación más allá de una reforma constitucional que parece querer imponerse a fuerza, por aquello de que la letra, con sangre entra. Los líderes de Coordinadora y de la Sección 22 están muy lejos de poder articular con coherencia las necesidades de hacer casuísticas ciertas normas de la reforma, y las autoridades se hacen como que la Virgen les habla.
EPN tiene la legítima aspiración de transformar México. Después de 12 años de estar fuera de la Presidencia de la República, los priistas parecen haber perdido el “toque” que los caracterizaba para establecer prioridades y gobernar.
Transformar México requiere diagnosticar que la corrupción es algo más que las comisiones, el cohecho, la compra de conciencias, la mordida. para desgracia de los mexicanos se ha convertido en una manera de ser, en una actitud, en un actuar del que participan todos, o casi todos.
Para que México cambie, para que las reformas estructurales, además de promulgarse, se apliquen, los mexicanos deben modificar su idea de la corrupción y su relación con lo que hoy es un fenómeno social mundial en todos los ámbitos, puesto que ser corrupto dista mucho de limitarse a lo pecuniario, y de ser un cáncer exclusivo de quienes sirven al Estado.
Pregunten, si no, a los corruptores, que los hay de toda laya.
QMX/gom