Teléfono rojo
El primer gran acierto concreto de este gobierno es el replanteamiento de la relación bilateral con Estados Unidos, en dos acciones que demuestran la sagacidad de quienes diseñaron e iniciaron el proyecto, consistente en fortalecer la amistad con la República Popular China durante la visita a México de su presidente, Xi Jinping.
Por primera vez, desde la caída del Muro de Berlín, en América Latina hay una presencia que establece equilibrios ante los excesos de la unipolaridad de Estados Unidos, lo que permite una pausa en las exigencias de la globalización y la desregulación comercial, pero que ineludiblemente también representa otros riesgos.
Al discutirse en los medios las ventajas e inconvenientes del establecimiento del Dragon Mart en Quintana Roo, de inmediato evoqué la trama y el desenlace de El chino, de Henning Mankell, cuya importancia puede comprenderse en la frase de uno de los protagonistas: “Tan solo un necio creería que lo que hoy sucede allí no nos afectará a los demás en el futuro. Si yo tuviese hijos pequeños me buscaría una niñera china para que aprendieran el idioma”.
Una nota informativa de El País revela la importancia de la presencia de Xi Jinping en México, pero también los riesgos, como en la novela: “Las empresas chinas ocupan lentamente, sin ruido, posiciones estratégicas en toda la economía mundial. Hay quien opina que lo hacen al buen tuntún, pero no: tienen un plan. Por ejemplo, el grupo cárnico chino Shuanghui International Holding acaba de comprar por 3.642 millones de euros la compañía estadounidense Smithfield Foods. Como resultado de esta operación, discretamente ejecutada, pero que ha provocado gran pavor en los mercados estadounidenses, Campofrío, la empresa cárnica española más conocida, se acostó hispano norteamericana y amaneció china. ¿La razón? Pues que Smithfields era el primer accionista de Campofrío; ahora, Campofrío es de Shuanghui. De un solo golpe, la compañía china domina el mercado de la carne en Estados Unidos y en España…
“China tiene un plan, porque todo allí está planificado, desde la población hasta el número de fideos por ración. Es un plan concebido y sostenido por una idea fija. Los jerarcas chinos están obsesionados con garantizar la subsistencia de toda la población; son 1.300 millones de personas. A tal fin, manejan su economía con un planteamiento bifronte: por una parte, juegan con su política financiera para aumentar sus recursos hasta extremos que ni siquiera Estados Unidos puede igualar; por otro, con los recursos obtenidos, avanzan lentamente sobre las fuentes de población alimentaria.
“Adquieren discretamente campos de producción de cereales -sobre todo soja- en los cinco continentes y compran empresas relacionadas con la producción alimentaria… La obsesión es un incentivo mayor y mejor que el afán de lucro; ni siquiera la falta de rentabilidad detiene su avance. Así que ya saben: observen bien propiedades y terruños, porque mañana pueden ser ustedes vecinos de una propiedad adquirida por un grupo financiero chino”.
Qué bueno que EPN replantea la relación bilateral con Estados Unidos por medio de un fortalecimiento de la amistad diplomática, comercial y económica con China; qué bueno que México hospedó a Xi Jinping, falta saber cómo administrarán los celos del Imperio.
QMX/gom