Libros de ayer y hoy
La muerte de un familiar, de un amigo, cierra un círculo de vida. En cuanto se inician las negociaciones para establecer el monto del rescate del secuestrado, la pausa forzada en la vida de los familiares atenúa el malestar que produce, y la angustia se negocia con la consciencia al ritmo que el secuestrador establece para definir la libertad de la víctima.
Con los desaparecidos la ausencia abre un impasse, transforma el tiempo y el ritmo cotidiano de quienes aguardan su regreso. Están más allá del síndrome de Penélope, en el que se teje y desteje el contrato de esperanza que se contrae con la divinidad.
La desaparición del ser querido deja inmersos a los familiares en un profundo pozo de tristeza, porque es imposible colocar una lápida sobre un cadáver y un recuerdo.
El saldo negro del sexenio 2006-2012 es la cifra de desaparecidos, porque varía y nadie quiere asumir la responsabilidad de oficializar una suma de mexicanos borrados, que se fueron sin dejar huella.
Un lector envía el mensaje que transcribo. Merece leerse y escucharse con atención, porque atrás de las palabras hay llanto, se escuchan los lamentos, se vive la tristeza.
Espero que estén bien y tengan éxito en su vida y en todos sentidos. Mi correo tal vez los sorprenda, pero creo que debo enviarlo.
Tengo 2 hijos: Bertrand y Julia, de 27 y 23 años respectivamente. Tienen doble nacionalidad porque su madre, Patricia Data, mi esposa, es francesa. Desde el 4 de noviembre del 2011, mi hijo mayor, Bertrand, está desaparecido. Él vivía en Jalapa, Veracruz, donde iba a empezar a estudiar biología, en la Universidad Veracruzana.
Nosotros estábamos de viaje cuando desapareció, por lo que no lo supimos sino hasta unos 15 días después.
Les adjunto una ficha de búsqueda de él para que por favor le den difusión.
Tal vez algunos de ustedes ya la vieron en Televisa: salió en el programa de Laura y en Atención a la Ciudadanía, en el canal 5. Nosotros habíamos pensado, ahora creo que erróneamente, que el darle difusión a su búsqueda lo podría perjudicar, pero no hemos obtenido ningún resultado, así que por favor ayúdenos.
Les agradezco mucho su ayuda, y les agradezco mucho si tienen alguna idea que pudiera favorecer la búsqueda, me la comuniquen. Muchas cabezas piensan más que nosotros solos.
Disculpen la molestia, pero sí estamos desesperados.
Un abrazo a todos
Amnistía Internacional insiste en su cifra: durante el sexenio de Felipe Calderón desaparecieron, al menos, 25 mil mexicanos. El procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, accedió a conversar con las madres cuyos hijos no aparecen, pero de soluciones, nada; se creó un organismo que coordinará la búsqueda de los desaparecidos, lo que equivale a atarse una rueda de molino al cuello, pues ¿qué cuentas rendirán?
¿Cómo cerrar el expediente? Imposible, será una herida abierta y supurante, incluso si a alguno lo encuentran vivo. Nada podrá explicar él, menos las autoridades.
QMX/gom