LA COSTUMBRE DEL PODER: Desestabilizan por dólares negros

25 de julio de 2012
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Gregorio Ortega

Junto con la información sobre lavado de dinero -la cual de inmediato recicló AMLO, para anexarla en el expediente que demanda anular la elección presidencial- por parte de un banco que fue fundado precisamente para lavar el dinero del tráfico de opio, y que nada tiene que ver con México, salvo que opera en territorio nacional, la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito da a conocer que el crimen organizado mueve 870 mil millones de dólares anuales en el mundo.

Creo que quienes están en desacuerdo con dicha hipótesis deben reconsiderar, pues dada la crisis económica global, Estados Unidos y otras naciones están más que interesadas en lavar esa enorme cantidad de dinero negro para reciclarlo en sus economías y aliviar, en lo posible, el peso de sus deudas contraídas para solventar el gasto sin control, la ausencia de políticas de ahorro y restricciones a la exportación de capitales.

Cualquier jefe de Estado responsable miente, si niega que sus gobernados requieran, con urgencia, del dinero producido por la trata, el narcotráfico, el secuestro, el contrabando de armas. Cuando se es responsable del bienestar de muchos millones de personas, cuando se quiere evitar que los niños mueran de hambre o crezcan desnutridos, cuando la pobreza se transforma en amenaza para la paz social, no hay hipocresía que valga: el dinero negro se lava y recicla en las economías nacionales, porque así conviene al bienestar.

El reporte de la ONU señala que lo más rentable para los delincuentes es el tráfico de drogas y la piratería, por lo que inicia una campaña de concientización sobre el tamaño y el costo de las redes delictivas transfronterizas: “Millones de víctimas son afectadas cada año a consecuencia de las actividades de los grupos del crimen organizado, y sólo las víctimas de tráfico de seres humanos representan 2.4 millones”, subraya el informe.

Pero no se dice que ese dinero circula, y mucho, y que a espaldas de sus gobernados y sus representantes, varios gobiernos se sirven de esos fondos lo mismo para políticas públicas, que para financiar operativos no aprobados por sus legislaciones y, por lo regular, al margen de la ley.

Quién puede resistir la tentación, si “la cifra estimada de 870 mil millones de dólares equivale a 1.5 por ciento del producto interno bruto mundial”, y nadie da cuenta de los decomisos de dinero negro, sino cuando -como en el caso del HSBC- denunciarlo a través de las autoridades se convierte en argumento de desestabilización, precisamente con el propósito de que sea el Imperio el único que administre y se beneficie de esa gigantesca masa monetaria.

 

QMex/gom

 

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