LA COSTUMBRE DEL PODER: ¿Desobediencia civil?

10 de septiembre de 2012
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8:40
Gregorio Ortega

No es clara ni congruente la posición ideológica y política de AMLO en su propuesta por dignificar el ejercicio del poder en esta nación. Empezará, como anunció ayer, por transformar al MORENA en un partido político, con el riesgo de que el PRD deje de existir, como lo anuncia Cuauhtémoc Cárdenas.

La antorcha que AMLO desea llevar en sus manos, va más allá de la negativa de una parte de la sociedad a seguir y apoyar las políticas públicas, incluidas las reformas estructurales necesarias y la transformación del modelo político.

La desobediencia civil es mucho más que pirotecnia verbal. Requiere de disciplina y programa, de objetivos y rutas para lograrlos, pero también es una pesada carga con consecuencias colaterales cruentas e impredecibles, como lo muestran el asesinato de Mahatma Gandhi, y el desmembramiento de India, cuyo resultado es la fundación e independencia de Pakistán en 1947.

Si su llamado a la desobediencia civil se aclara, si acota sus objetivos, los define y programa y, además, predica con el ejemplo para hacer congruente su vida familiar con lo que aspira para México, EPN, el PRI, Acción Nacional y el PRD deberán reorientar sus proyectos políticos y sus alianzas, porque los agravios padecidos por la sociedad la hacen susceptible de abrazar esa causa, para dignificarse.

Pero escuchemos a Gandhi, para entender las razones por las cuales AMLO está lejos de alcanzar lo que nebulosamente propone: “Según la idea que me he hecho, la democracia es el régimen bajo el cual los débiles tienen las mismas posibilidades que los fuertes. Este resultado sólo puede lograrse con la no violencia.

“Siempre pensé que es imposible lograr la justicia social por la fuerza, incluso si se trata de los desposeídos. En mi opinión, se puede remediar la situación de injusticia que padecen, si se les entrena como es debido en los métodos de la no violencia. Hablo de la no cooperación no violenta. En algunas ocasiones la no cooperación se convierte en una necesidad tan imperiosa como la cooperación lo fue en otra época. Nadie quiere cooperar a su propia destrucción o a su esclavitud. La libertad, obtenida gracias al esfuerzo de otros, cualquiera que sea su buena voluntad, pierde su arraigo cuando el esfuerzo de esos otros cesa.

“La desobediencia civil es el derecho imprescriptible de todo ciudadano. Si renuncia a ella deja de ser humano. La desobediencia civil nunca es la puerta de la anarquía, mientras que la desobediencia criminal sí lo es. Detener por la fuerza la desobediencia civil, equivale a encarcelar la consciencia…”

Enorme y larga la cita de Gandhi, pero permite aclarar la distancia que hay entre una propuesta y otra, entre un destino y una promesa, o las analogías que pueden establecerse entre el desmembramiento de India y la amenaza que se cierne sobre las riquezas no renovables de México, o entre el magnicidio por motivos político-religiosos, y la autoinmolación para propiciar el caos, esa anarquía criminal que se cierne sobre esta nación.

Ayer se pudo constatar, AMLO empieza a perder popularidad, arrastre, confianza, y un desesperado puede hacer cualquier cosa.

QMex/gom

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