LA COSTUMBRE DEL PODER: Deuda soberana

09 de octubre de 2012
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Gregorio Ortega

Durante el sexenio de la transparencia, el discurso presidencial sólo se ha dedicado a mitificar sus políticas públicas, sus resultados, y a asegurar que los mexicanos, hoy, son todos más libres y tienen un mejor país que hace seis, doce años, cuando por fin sacaron al PRI de Los Pinos.

¿Es cierto? ¿Cómo pueden construir un proyecto de imagen para la historia, un discurso que avale el buen gobierno de la extrema derecha, cuando las cifras oficiales dejan en claro que la política presidencial de comunicación social está presidida por Jano?

¿Qué requiere un país para ser más libre, para ser mejor? Ciertamente que incrementar su deuda no va en ese sentido. ¿Por qué, entonces, empeñarse en asegurar que México está mejor que ayer?

Hace tres semanas referí el mismo tema con datos del INEGI. En un correo Guillermo Farber se preguntaba y preguntó si eran correctos. Hoy, las cifras oficiales proporcionadas por la Secretaría de Hacienda -actualizadas, de ninguna manera maquilladas, ni tendenciosas-, indican que el endeudamiento público creció -resultado de las política económica de este gobierno- como no lo había hecho en las dos décadas precedentes. Desde el primero de diciembre de 2006, la deuda del gobierno federal y de las empresas paraestatales aumentó a un ritmo de mil 943 millones de pesos diarios.

La información oficial asegura que la deuda neta del sector público llegó, en agosto de 2012, a 5 billones 103 mil 379.4 millones de pesos. S incrementó en 157.43 por ciento en comparación con el saldo de diciembre de 2006.

En cuanto a los compromisos con el exterior, el verdadero peso de la deuda soberana, el sector público pasó de 47 mil 247.2 millones de dólares en diciembre de 2006, a 121 mil 519.6 millones de dólares, lo que significa que creció, en sólo seis años, 157.19 por ciento.

¿Alguien sabe en qué se ocupó esa enorme cantidad de dinero que hoy deben todos los mexicanos? ¿Pueden explicar cómo se invirtió, cuántas refinerías se construyeron, hospitales nuevos -no reconstrucciones o mantenimiento- con equipamiento completo, escuelas, kilómetros de carretera nuevos? ¿Cuánto en investigación científica y cultura?

Es posible que ese incremento de deuda se deba a la compra de equipo para la Secretaría de Seguridad Pública Federal, de las secretarías de Defensa y Marina, en nómina por tantas contrataciones nuevas, en la imagen presidencial, pero sobre todo en la guerra contra la delincuencia organizada, que costó mucho dinero, pero sobre todo muchas vidas, irrecuperables, y no dejó ningún beneficio.

Los mexicanos deben preguntarse y preguntar al gobierno el significado y peso político y en la relación bilateral que tiene la deuda soberana de la nación, que les expliquen en qué y cómo compromete a sus gobiernos y al futuro, porque todos lo suponen, lo deducen por la manera en que toman decisiones, pero quizá sería bueno, útil, que quienes lo hicieron descargaran ese peso y reconozcan que de ninguna manera estuvo bien hecho.

Que asuman su responsabilidad, al menos, pues no son ellos los que la pagarán, ni sus hijos, ni sus nietos. Lo harán los mexicanos a los que dijeron gobernar.

QMX/gom

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