LA COSTUMBRE DEL PODER: Federalismo vs crimen

08 de enero de 2013
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1:15
Gregorio Ortega

Los crímenes federales sólo podrán combatirse cuando la República funcione como se conceptuó que lo haría al momento de su fundación.

Quizá los integrantes del equipo de comunicación del gobierno con el cual regresa el PRI al poder, encabezado por el presidente constitucional, EPN, carecen de la capacidad de inducir la reflexión y enseñar, para que la sociedad comprenda lo que pretenden y, además, los apoye.

El cambio no se dará por ensalmo. La reconciliación y colaboración de la sociedad tampoco se logrará por infusión. A las propuestas del gobierno debe corresponder una explicación inteligente y didáctica para que, a pesar del agravio y la humillación, los mexicanos confíen de nueva cuenta en sus instituciones.

Deben comprender, los mexicanos, lo que desde la oficina de prensa de la Presidencia de la República se han mostrado incapaces en explicar: la transformación del país, las reformas estructurales, el combate a la delincuencia organizada, la paz social y desterrar la violencia, para recuperar al Estado su poder y hegemonía y, además, rehacer la institución presidencial con todas sus atribuciones constitucionales, sólo podrá hacerse desde el federalismo, como idea fundacional, como praxis para el buen gobierno.

Resulta incomprensible que David López y Roberto Calleja hayan desperdiciado la oportunidad de destacar que, durante la reunión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, celebrada en diciembre en Palacio Nacional, EPN planteó una real y efectiva coordinación entre los distintos poderes y órdenes de gobierno para trabajar por un México en paz: “Hagamos equipo; se trata de cumplir, no de competir, porque lo importante es darle paz y tranquilidad a los mexicanos, reduciendo la violencia”.

Para ello “no habrá improvisación y habrá fechas precisas para evaluar las principales metas. Vamos a planear la política y los cambios institucionales de largo y mediano plazo; esta política de Estado surgió de la exigencia de los ciudadanos de contar con un país en paz donde se protejan los derechos humanos. Para alcanzar este propósito hay que transitar de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública a una auténtica Política de Estado, de corresponsabilidad entre poderes y órdenes de gobierno, ajena a intereses de partido. Se fortalecerá la coordinación entre los estados, el Distrito Federal y los municipios, y se creará un Sistema de Coordinación y Cooperación conducido por Gobernación”.

El desafío es disminuir -erradicar es una utopía- los delitos federales, pues son éstos los que afectan la armonía del pacto federal y obstruyen la coordinación de los asuntos públicos en sus diferentes niveles de gobierno. Para combatirlos se requiere que el pacto federal funcione, pues de lo contrario se eludirán responsabilidades y se debilitarán las instituciones, incluso la Presidencia de la República, como ocurrió durante el panismo, y los gobiernos de las entidades federativas argumentarán, siempre, que carecen de los recursos necesarios.

Lo anterior sólo podrá lograrse con el Código Federal Penal único, y para ello la federación debe funcionar de la manera en que se conceptuó que lo haría cuando en 1824 se fundó la República.

No concebirlo así, no trabajar para que así sea, sólo será perder el tiempo.

QMX/gom

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