
Los retos del agua
EPN tiene todo para estadista, sólo si la información y los sancionados para demostrar que la lucha contra la corrupción es seria, resarcen los daños causados por el panismo.
Dejaron de existir los paradigmas de los modelos de comunicación usados por los gobiernos mexicanos; aclaremos, me refiero a los gobiernos priistas, porque durante los gobiernos del PAN, a pesar de ser Vicente Fox el gran promotor de la transparencia, se aferraron a la desinformación para imponer sus políticas públicas y sus criterios religiosos, morales y éticos.
Los últimos 30 años de comunicación social priista (1970-2000) fueron modelados, en la praxis, por Fausto Zapata Loredo, quien incorporó la televisión y la radio al estilo personal de gobernar. Desde entonces los medios impresos fueron preteridos, y se empezó a incubar el huevo de la serpiente que, en las elecciones presidenciales del año 2000, se manifestó como poder fáctico de la información y el entretenimiento: la política como espectáculo.
Hoy, en 12 años, el paradigma se modifica de nuevo. Dado el costo y el destinatario de la letra impresa, ésta adquiere una revaloración en el quehacer político, e Internet transforma -con las redes sociales, los blogs, la prensa cibernética- la velocidad y los requerimientos de la información, pues tarda más la redacción de un boletín de prensa, que la circulación en el ciberespacio de los sucesos políticos de interés de la sociedad, con un agravante: el riesgo de distorsión, por rencor, razones ideológicas o ingenuidad, pues todo mexicano con celular capaz de tomar fotos y acceder a la red, de inmediato sube a Internet lo considerado por él importante.
Hoy, la transparencia exige información; también, si se desea ir adelante con las reformas estructurales, reducir la corrupción a lo mínimo, acabar con el flagelo de la violencia y restituir al Estado el poder cedido a los poderes fácticos, gobernar será sinónimo de informar.
Desconozco el esquema con el que David López y Roberto Calleja establecerán la comunicación social del gobierno de EPN. Lo que sí sé es que les resultará imposible continuar con el paradigma establecido por Fausto Zapata Loredo -balances parciales de lo logrado, datos duros sin contexto-, porque la realidad económica de 2013, las humillaciones y los agravios dejados por 12 años de panismo, requieren resarcimiento, una satisfacción que indique la inexistencia de complicidades y el juicio público y político de quienes durante dos sexenios empobrecieron a México, al grado que la nación parece emerger de una guerra civil.
Si no hay encarcelados, la proyectada comisión anticorrupción será un mito genial, Elba Esther Gordillo matará de un coraje a Emilio Chuayffet, y las reformas estructurales se pospondrán para la eternidad que, como el lector sabe, dura para siempre.
Lo he afirmado en otros textos, lo reitero: EPN tiene todo a favor para ser un buen presidente, puede convertirse en hombre de Estado y líder de América Latina, pero sólo si la información y los sancionados para demostrar que la lucha contra la corrupción va en serio; hasta el momento se muestran incapaces para resarcir los daños causados a los mexicanos por 12 años de panismo, lo que no concitará el apoyo de la sociedad. No quiere sufrir más privaciones pasajeras a cambio de las reformas estructurales.
QMX/gom