LA COSTUMBRE DEL PODER: Grandes esperanzas

08 de agosto de 2012
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Gregorio Ortega

Toda sucesión presidencial representa la posibilidad de renovar el contrato de esperanza, abrir el abanico de las opciones, no dejarlas acotadas a las necesidades geoestratégicas y de seguridad regional y nacional del Imperio, mucho menos a las exigencias de la globalización y de la permanencia de los actuales poderes fácticos; sin embargo, la de este año significó -todavía puede prenderse la luz de la razón- algo más, puesto que los actores políticos y los integrantes de la sociedad interesados en el bienestar de la patria y la fortaleza del Estado, están conscientes de que hay una transición por hacerse -atorada por inexperiencia o poltronería-, de la necesidad de transformar el modelo político para que puedan conceptuarse y aprobarse las reformas estructurales en materia económica.

El punto de no retorno, la fecha límite ocurrirá una vez que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación haya declarado presidente electo a EPN y éste deba asumir su responsabilidad en un discurso, digamos que en el discurso de su vida y de su gobierno, para establecer deslindes con el conflicto poselectoral, con el pasado y con el presente, y ofertar a esa llamada honestidad valiente, a ese casi tercio de los electores, a esos 15 millones de mexicanos que no le dieron su confianza, el andamiaje de las políticas públicas que lleve a la reconciliación nacional, y la muestra jurídica y judicial de la voluntad de ser distintos, porque los corruptos y los corruptores deberán ser enjuiciados conforme a derecho -lejos de lo que hacen a los generales-, tomando en cuenta que la corrupción no es exclusivamente pecuniaria.

Sin embargo, todo indica que están empeñados en equivocar el camino, o al menos eso parece, pues se esfuerzan por hacer de AMLO un mártir de la democracia, porque lo descalifican pero no lo desmitifican; lo descalifican, pero no lo exhiben; lo explican, pero no lo entienden.

Se autoproclama, AMLO, como el único mexicano con autoridad moral para justificar sus calumnias, sus mentiras, sus violaciones a la ley. Es el impostor de los impostores, pero enfrente nadie aparece que descubra sus calumnias y que, además, reciba el respaldo de la sociedad porque su verdad es probable.

Los priistas se equivocan de estrategia mediática y política, porque parecen esperar el fallo del Tribunal, y sobre él diseñar y construir el perfil del próximo gobierno, cuando la usura de los dichos de AMLO en los niveles de aprobación de EPN, en la renovación del contrato de esperanza, en las posibilidades de la reconciliación nacional, habrán mellado la razón y el civismo de los electores que desde un principio no creyeron en él.

Para que permanezcan las grandes esperanzas se necesitan acciones contundentes, definitivas, irrevocables, precisamente porque EPN tiene todo en contra -la realidad, el gobierno, la honestidad valiente-, salvo los que votaron por él. Puede sorprender a la sociedad, ganarle el futuro.

QMex/gom

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