Libros de ayer y hoy
Todo proyecto de fortalecer el crédito hipotecario de los trabajadores a través de Infonavit, topará con las consecuencias de la reforma laboral.
Otorgar préstamos con el propósito de reactivar el mercado, no es una solución automática, sin previsibles consecuencias indeseadas; en el caso de los créditos hipotecarios el tema es más delicado, sobre todo porque la economía se encuentra en transición: se da preeminencia a la especulación, los servicios y la innovación científica y técnica. Asistimos a la obsolescencia de la revolución industrial, sustituida por la constante innovación cibernética y de servicios.
También se transforma el mercado de trabajo. Los obreros calificados son sustituidos por los ingenieros en sistemas; los vendedores, por los operadores de los call centers; los políticos profesionales, por lo administradores de los poderes fácticos; los espacios abiertos y el deporte, por los juegos cibernéticos y la obesidad.
Lo único que permanece fiel a ella misma es la voracidad, y ésta conduce a la repetición de los errores. Excélsior da cuenta de que “a sólo una semana de haber formalizado los primeros financiamientos bajo el esquema Infonavit Más Crédito, constructores y especialistas del sector de la vivienda en México pronostican un efecto brutal, positivo y transformador en el mercado inmobiliario del país. Este esquema crediticio, promovido por el Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los Trabajadores, permite a los derechohabientes acceder a un segundo financiamiento para la compra de una casa”.
Para obtener ese segundo crédito hipotecario se requiere haber liquidado el primer financiamiento un año antes, contar por lo menos con cinco años de continuidad laboral, es decir de cotización en el Infonavit.
Parece sencillo, pero una vez que sea aprobada la reforma laboral, permanecer un lustro en el mismo empleo y además tener la prestación de la cotización al Instituto, significará haber estado más allá de la intermediación cuando se obtuvo el empleo, porque el outsourcing será uno de los primeros impedimentos para este proyecto de impulso a la industria de la construcción.
Hay un problema adicional. Dicho esquema señala como conclusión de la vida laboral del trabajador 70 años, lo que significa que la edad de jubilación -si sobrevive esa prestación social- será mayor, lo que no es garantía de que el crédito sea liquidado si quien lo contrata tiene entre 60 y 65 años, pues sólo contará con cinco años para hacerlo; de 55 a 59 años, con diez años; de 50 a 55 años, con 15, y el premio gordo lo obtienen los de 40 años o menos, pues contarán con 30 para saldar su crédito hipotecario de segunda generación.
La nota de Excélsior refiere la declaración de un constructor de vivienda, en la que afirma: “Aún es prematuro hablar de cuánto podría incrementarse la construcción de vivienda, el programa de segundo crédito del Infonavit indiscutiblemente representará un beneficio para los constructores, ya que en la medida que se reduzcan los derechohabientes que adquieren su primera casa, aumentarán los que son susceptibles de comprar un segundo inmueble”.
El optimismo de este proyecto puede ser contagioso, pero, insisto, se topará con las consecuencias de la reforma laboral; posiblemente insistan en otorgar créditos hipotecarios que después nadie podrá cobrar.
QMX/gom