LA COSTUMBRE DEL PODER: La Gobernación

30 de julio de 2012
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Gregorio Ortega

Sus necesidades y sus temores tendría Carlos Salinas de Gortari, para iniciar el desmantelamiento de lo que fue el presidencialismo mexicano. Restituirle su imagen y fuerza constitucional requiere tomar decisiones extraordinarias e imaginativas, para superar desafíos, dejar atrás los tiempos aciagos, la coerción del Imperio, además de los controles económicos impuestos por la globalización.

Necesita, por lo pronto, ir más allá de las reformas estructurales, por ser exclusivamente de consecuencias económicas, y conceptualizar, proponer e iniciar la transición, únicamente traducible en la transformación total, absoluta, del modelo político mexicano.

La secretaría de Gobernación y la Presidencia de la República dejaron atrás lo que una vez fueron, como sucede con el PRI. Pueden tener el poder, pero no tendrán el control, ni la legitimidad ni la fuerza constitucional para regresar al país al orden, a la reconciliación nacional, a la disciplina y la observancia de elementales valores cívicos y éticos, para no entrar en el conflicto de la moral, empañada por hipócrita manera en que los católicos mexicanos cumplen con sus deberes ciudadanos y su religión.

Tengo a mano la biografía de Cicerón, de Taylor Caldwell, donde pone en boca del abuelo lo siguiente: “Guárdate de los que tienen mentalidad de pordiosero y almas serviles, pues destruyen imperios. Ésos serán los que algún día destruyan a Roma, como destruyeron a otras naciones. Carecen de honor y patriotismo, no tienen hombría de bien.

“En nuestra historia ha habido momentos de peligro en que hemos necesitado actuar rápidamente y tomar urgentes decisiones sin sentirnos maniatados por nuestras propias leyes en los instantes más graves. Así que nombrábamos dictadores. Pero entonces éramos muy juiciosos… Lo que necesitábamos era darles el poder que todos los hombres codician. Cuando habían hecho lo que debían los desposeíamos de todo poder, volvíamos a convertirlos en hombres sencillos y corrientes…

“Roma ya no es lo que era. Nos acercamos rápidamente al día en que no será gobernada por la moderada clase media, sino por los ricos, que gobernarán gracias a los famélicos y los esclavos. Unos servirán a los otros y satisfarán los mutuos apetitos en una simbiosis perversa”.

De idéntica manera a como en Roma no pudieron regresar los dictadores, en esta nación no tienen cabida las antiguas fórmulas para gobernar, para establecer el control y ejercer la violencia constitucional, pues durante 24 años se dedicaron a distorsionar lo que fue el modelo político de un presidencialismo constitucional que conserva fuerza y poder, pero que ya nadie quiere ni respeta, por haberse mostrado incapaz, durante la alternancia, para cumplir con su mandato.

QMex/gom

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