
Lavado de dinero y poder
SCJN de deslindarse del licenciado Juan Carlos de la Barrera
Servida en frío la información alarma, pero se transforma en escándalo y preocupación, por la insistencia de la propia SCJN de deslindarse del licenciado Juan Carlos de la Barrera, e insistir en que cuando se desempeñó en el Poder Judicial de la Federación no cometió ilícito alguno, sino que delinquió, si puede probarse, cuando trabajaba en la PGR, de donde extrañamente regresó al ámbito de la administración de justicia.
Preocupa y causa escándalo el ominoso silencio del ministro Sergio Valls, porque el indiciado laboró con él y, como consta en la información no desmentida, desde que era consejero de la Judicatura Federal, lo que significa, al menos, el establecimiento de una relación profesional confiable, pues el consejero Valls muy bien pudo haber impedido que Juan Carlos de la Barrera trabajase con el ministro Valls. La diferencia es fundamental en la apreciación de lo que puede ser un abuso de confianza, o una complicidad.
Quien conozca del funcionamiento del Poder Judicial de la Federación, podrá comprender la importancia y la posibilidad de manejo de información confidencial que tiene un secretario de estudio y cuenta, que si es capaz profesionalmente, se convierte en los ojos y oídos del consejero, primero, del ministro después, por lo que muy bien de la Barrera Vite pudo abusar de ese poder concedido, o actuó por instrucciones. A las autoridades corresponderá aclararlo.
Y mucho trabajo les costará establecer deslindes y responsabilidades, porque en el Poder Judicial de la Federación un secretario de estudio y cuenta de la ponencia de un ministro de la SCJN, tiene acceso a los expedientes de los juzgados en materia penal federal que desee, o que le pidan que investigue, ya sea a través del sistema de consultas cibernético al cual tienen acceso, a por medio del “amiguismo” que priva en ciertas áreas de la judicatura federal, donde se comportan como si fuesen miembros de una misma familia.
Lo que antes solamente eran gruesos expedientes cosidos a mano por los empleados del juzgado, hoy también son documentos de Word en las computadoras, y el pesado papel puede convertirse en un sencillo correo electrónico o en un CD de 10 pesos, pero lleno de información vital para los delincuentes.
Pone Sándor Márai en el caletre del juez Komives, la siguiente reflexión: “… al contemplar la vorágine de la época, a veces tenía la sensación, o al menos le parecía tenerla, de que la ley se había quedado atrás, de que no había podido prever el proceso de descomposición que lo barría todo…”
Los hechos indican que el proceso de descomposición llegó a la SCJN.
QMex/gom