
La sangre en las urnas: México bajo el yugo del crimen
La crispación aquí está, ya veremos qué tan hábiles son los nuevos integrantes del Congreso
Es válido cuestionarse acerca de las razones que pudiese tener el presidente constitucional para violentar su mandato, una vez más, al cuarto para las 12, pues esa iniciativa preferente de ninguna manera está destinada a proteger a los gobernados que protestó defender.
Encuentro, en la voz de un personaje femenino de Haruki Murakami, el atisbo de una posible respuesta que, de ser cierta, sólo confirma las razones de la presencia, cada día más incómoda, de las agencias de seguridad en el territorio de la patria.
Dice la mujer de Azabu: “Uno no muere cuando le llega la hora. Uno va muriendo lentamente en su interior y, al final, se enfrenta a esa última liquidación. Nadie puede escapar. Todo el mundo debe pagar por lo que recibe. Es ahora cuando he aprendido esa verdad”.
Y sí, la Casa Blanca lo reconoció antes de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declarara válida la elección presidencial de 2006, antes de investirlo como presidente electo, en una resolución por demás sucia y endeble.
Le llegó la hora de pagar por lo recibido, pues empezó a morir cuando supo que ganó por menos de un punto porcentual.
QMex/gom