
Juego de ojos
Mercedes Juan
Los mitos administrativos no son mitos fundacionales; el seguro popular debe regresar a su dimensión de propaganda política, no da para más.
Siempre he pensado que un médico debe ser presidente de la República -lo fue Valentín Gómez Farías-, porque es la profesión de los humanistas por excelencia, aunque también la más inhumana, cuando se vence ante la vanidad y cree haberse convertido en un taumaturgo, o cede a la corrupción.
Si los integrantes del gabinete de EPN desean ver convertido a su jefe en un estadista, si se empeñan en que cumpla sus compromisos de campaña y se esfuerzan por ver convertidas en realidad las 13 decisiones ejecutivas, todos deben apoyar y contribuir con la doctora Mercedes Juan López, titular de la Secretaría de Salud, responsable principal de que los mexicanos estén equipados biológica e intelectualmente para buscar su lugar en el mundo.
Si la sociedad mexicana está llena de enfermos, en nada podrá contribuir con su gobierno para tener éxito, tampoco podrá aprovechar las oportunidades educativas ni desarrollar el pleno empleo, aportar con imaginación a la cultura, contribuir a la producción de la riqueza y al ahorro.
La primera y más difícil tarea de la secretaria Mercedes Juan es hacer a un lado los mitos administrativos y ofrecer, a su jefe y a la sociedad, lo que es factible presupuestalmente, lo que debe dejar de ser una lesiva propaganda política, porque erosiona la confianza de los mexicanos en su gobierno y, lo más grave, en ellos mismos.
Hoy, dadas las condiciones de la macroeconomía en el mundo y debido a las restricciones impuestas por la globalización, ofertar la cobertura universal en salud, o asegurar que se logró, es un engaño que puede tener graves consecuencias.
Los mitos administrativos nunca son mitos fundacionales, por consiguiente debe darse su verdadera dimensión al seguro popular, porque en la Secretaría de Salud no hay ni habrá, en mucho tiempo, la infraestructura requerida; ese invento de propaganda política está sustentado en el uso y abuso de la insuficiente infraestructura médica dentro del sector salud.
Las condiciones en que recibe la casa EPN, presidente constitucional, exigen que su proyecto de gobierno sea administrativa y creativamente interdependiente en todas las áreas del Poder Ejecutivo. Por ejemplo, si Rosario Robles desea tener éxito en su cruzada contra el hambre, en lugar de duplicar funciones, debiera pedir a Mercedes Juan que sus nutriólogos y genetistas diseñen una dieta para los que menos tienen, y con Emilio Chuayffet un proyecto para modificar la cultura alimenticia de los mexicanos.
Pero lo anterior nunca podrá ser si la sociedad está enferma física y mentalmente. La doctora Mercedes Juan debiera tener ya el diagnóstico de los estragos anímicos y físicos causados por la violencia, de las transformaciones mentales padecidas por los mexicanos a causa del hambre, de las perturbaciones favorecidas por el rencor social, privilegiado éste como política pública durante el sexenio que recién concluyó.
Las vacunas son lo de menos. El desafío es propiciar amor por la salud, respeto por el cuerpo y la mente, porque, de lo contrario, se apuesta por la cultura de la muerte.
QMX/gom