Abanico
Los migrantes, legales e ilegales, son un problema bíblico. Faraón y sus súbditos debieron padecer 10 plagas, antes que aceptar desprenderse de sus esclavos, de su mano de obra barata. Hoy, tienen distintas maneras de sujetarlos y engañarlos; quienes desean ocupar el lugar de Moisés son asesinados o, al menos, desprestigiados y vapuleados socialmente.
Transformarlos en chivos expiatorios es una de las mejores artes de sujeción que somete a los migrantes; la manera ideal de preterir sus pretensiones y mantener regalado el costo real de su trabajo, consiste en hacer una legislación a modo y, a cualquier precio, sostener la espada de la ilegalidad sobre sus cabezas.
Muchas lagunas quedan por llenar para comprender a cabalidad el tamaño y las consecuencias de la tragedia terrorista de Boston; el hecho de que los autores físicos hayan sido identificados está muy lejos de permitir conocer la verdad, como lo narra a la perfección Álvaro Uribe en su novela Expediente del atentado, donde el lector descubre que armar al ejecutor puede resultar fácil, aunque se ponga en riesgo el resultado de los objetivos buscados en un magnicidio, o al menos el intento de dar muerte a un tirano, de acuerdo a la descripción que él hace de Porfirio Díaz.
Como quedó asentado en la entrega de ayer, la muerte, el asesinato, la ejecución o el enmudecimiento de los supuestos responsables del atentado en Boston, es la exacta réplica del acto cometido por Jack Ruby, puesto que se trata de romper vínculos entre los ejecutores y quienes concibieron, diseñaron y pagaron ese estúpido acto de terror, con el propósito de afectar el desenlace de la propuesta de ley migratoria, que propone legalizar 11 millones de indocumentados.
Los tropiezos para que dicha ley se retrase o se impida su promulgación han sido diseñados, como lo muestran la historia y los razonamientos de mi Demonio de Sócrates: “. a partir del momento en que tras la patria se alza el viejo Estado, la justicia está ausente. En la formulación del patriotismo moderno ya no se trata la cuestión de la justicia, y, sobre todo, no se dice nada que aluda a las relaciones entre patria y justicia. Nadie se atreve a afirmar que ambas nociones son equivalentes; y, aun con mayor razón, nadie se atrevería a decírselo a los obreros que sienten el frío metálico del Estado. porque, hoy, la patria no les basta”.
Es por eso que consideran necesario, los auténticos barones de los poderes fácticos del Imperio, impulsar un reordenamiento social por cualquier medio, incluso a través del terrorismo, para ajustar los intereses ideológicos a las necesidades económicas, que se muestran capaces de consumir la legalidad y la fuerza del Estado, pues de otra manera cómo entender que la cárcel de Guantánamo permanezca abierta, para recordar que el Acta Patriótica permanece tal cual, desde que George Walker Bush decidió escudarse tras de ella, con la idea de gobernar gracias al terror.
Barack Obama, en su visita a México, nada podrá hacer para modificar lo decidido de antemano por esos poderes fácticos que llenaron las ollas de presión de pólvora y esquirlas metálicas para mutilar, más que para matar.
QMX/gom