El INE y la complicidad
Las características y los padecimientos del ser humano siempre están a la vista, son imposibles de ocultar. A quien es inteligente le resulta difícil vivir si pretende ignorar lo que sucede en su entorno; el hambre brilla en los ojos, mientras la saciedad se convierte en actitud despectiva; el pobre de solemnidad se humilla con cierta elegancia, pero al ostentoso le resulta casi imposible conducirse con dignidad.
Como dijeron mis padres: ¿Para qué nos hacemos, si ya todos nos conocemos? De allí que resulte importante recuperar parte del último informe del Banco Mundial, donde podemos enterarnos que ocho de cada diez mexicanos no lograron ascender al nivel socioeconómico superior al que se encontraban al comenzar el siglo (13 años más de prolongar la miseria en que los sorprendió el nuevo milenio), realidad que contrasta con los avances sociales observados en el resto de América Latina.
Para infortunio del PAN esta postración coincide con la alternancia, 12 años en los que tuvieron todo para transformar al país, y se negaron a hacerlo, o carecieron de la voluntad e imaginación para siquiera emprender el cambio. El PRI, en su regreso, tiene la obligación de revertir la tendencia, de cumplir con el mandato constitucional, por sobre las exigencias de la globalización.
Del informe del Banco Mundial, al que Agustín Carstens y Luis Videgaray parece importarles muy poco, se desprende que la oferta de movilidad social y económica para un mexicano es de las más bajas en América. Sólo los habitantes de Nicaragua y Guatemala, dos de los países de menor desarrollo económico y social en la región, están peor que esos ocho mexicanos de cada diez.
El informe del organismo financiero internacional sostiene que de cada 100 latinoamericanos, en promedio 43 ascendieron de nivel económico durante lo que va del siglo: “Hay una movilidad ascendente considerablemente mayor que la descendente: de las 43 personas que cambiaron de nivel económico, sólo dos experimentaron un empeoramiento de su nivel, ya sea hacia la pobreza o fuera de la clase media”.
Dicho informe da cuenta de lo que en México se sabe, al menos desde que prometieron la administración de la abundancia: la región está integrada por países cuyas políticas públicas hicieron desaparecer las clases medias. Más de dos terceras partes de los habitantes de la región vive por debajo de los estándares internacionales exigidos para pertenecer a esa clase social que, según el organismo, corresponde a las personas con un ingreso de entre 10 y 50 dólares por día. Por encima del segmento vulnerable, esto es, con un ingreso menor a cuatro dólares (48 pesos) por día, sólo cerca de 30 por ciento de los latinoamericanos pertenecen a la clase media.
Concluye que casi 20 por ciento de los latinoamericanos, es decir, uno de cada cinco habitantes de la región, siguió siendo “crónicamente pobre” a lo largo del periodo considerado en el estudio. ¿Será un regreso al futuro?
El PRI logró regresar al poder, ¿cumplirá con los mexicanos?
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