Itinerario político
La reacción acrítica de buena parte de la sociedad a la defenestración de exige reflexión, porque muestra la postración en que se encuentra el estado de ánimo de los mexicanos, que todo lo festinan aunque sea obligación honrar el mandato constitucional. Lejos de ocurrir algo extraordinario, EPN sólo cumplió con su deber.
La otra vertiente del asunto está en las redes sociales: ¿tienen, éstas, tanta penetración como para incidir en la toma de decisiones presidenciales, en el futuro de estultos funcionarios públicos?
Las opiniones sobre el poder real de las redes sociales están divididas y muchas veces son contradictorias, tanto como si se tratara de una decisión judicial que lo mismo perjudica a tirios que a troyanos. Pero hay hechos ciertos que desmienten la suposición, que se ha alentado más que dejado correr, de que el propio gobierno “calentó” mediáticamente el desaguisado de Andrea Benítez, con el propósito de encontrar la oportunidad de convertir a su papá en un ejemplo.
Si ese es el caso, la simulación resulta fallida, pues el funcionario elegido para el escarmiento es menor; el hecho de haberlo cesado en nada ayuda a la solución del verdadero problema en ese ámbito: la corrupción, que trasciende lo pecuniario para transformarse en usurpación de funciones, en tráfico de influencias, por ejemplo.
La otra vertiente muestra la necesidad del maridaje entre redes y medios de comunicación establecidos y más o menos acreditados.
Las redes sociales avasallan cuando el número de mensajes sustituye a la razón y a la certeza de que lo transmitido es verdad. Hoy, todo teléfono celular con cámara e Internet puede transformarse en medio de comunicación, tanto o más eficaz que los noticieros o las páginas de los diarios, pero sólo se convierten en noticia cuando el número de mensajes obliga a los fabricantes de opinión pública subir el tópico alteaser de los informativos cuyo espacio está lo suficientemente acreditado como para que la sociedad, a su vez, lo retransmita vía twitter.
Hay antecedentes comprobables. Lo ocurrido en la plaza Tahrir, en El Cairo, es muestra de lo que twitter y otras redes pueden hacer en beneficio de la sociedad, por lo que resulta creíble que el tópico de Andrea Benítez, iniciado desde el momento en que ella decidió abusar de un poder del que carecía, la sociedad decidió exhibirla como ejemplo de las consecuencias del regreso del PRI. El número de mensajes originalmente enviados y retwitteados exponencialmente, obligó a los medios tradicionales a convertir en noticia un suceso que podía haber pasado desapercibido.
Recibo un mensaje de mi Demonio de Sócrates: “Es lo malo de que se hayan perdido todos los códigos, que no sabemos cuándo toca nada ni a qué atenernos, cuándo es pronto y cuándo es tarde y nuestro tiempo ha pasado. Debemos guiarnos por nosotros mismos y así es fácil meter la pata”.
Debido al uso de las redes, necesitan reconceptuar términos como noticia, intimidad, discreción, poder político y espiritual, porque incluso las sacristías son accesibles a los celulares para conocerse lo que en ellas ocurre.
QMX/gom