
Después de Francisco: Abrazar las contradicciones/ Felipe de J. Monroy
La desregulación, al día de hoy, es total: afecta lo legítimo y lo ilegítimo, lo legal y lo ilegal, incluso la fe y la relación del hombre con la divinidad, porque los poderes fácticos asumieron la responsabilidad de poner pesada lápida al “Dios ha muerto”, de Nietzsche; alegres y contentos suben al siguiente nivel.
El mundo de los barones de la droga también está totalmente alterado. Sobre la producción de los estupefacientes provenientes de la naturaleza, montaron el negocio de las drogas de diseño, las engañifas químicas, con mayor poder de destrucción del cuerpo humano; es la obliteración de la voluntad.
Al desregular el mundo del narcotráfico proliferaron los cárteles, pero debido a que el primer mercado de consumo es el mismo, las rutas no variaron, aunque sí se recrudeció la lucha para controlarlas, lo que beneficia los ingresos del trasiego de estupefacientes para ambos mundos: el amparado en la legalidad y el de los que disfrutan esa clandestinidad donde el gatillo es más importante que el diálogo, y el sexo, todo el sexo, de mayor trascendencia que la razón: es el imperio del cuerpo y la violencia, de ello pueden dictar cátedra Sara Cossío y Patricia Hearst.
¿De dónde, entonces, el asombro de la DEA y las policías mexicanas, porque se mantengan abiertas las rutas del narco que atraviesan el territorio nacional? El fenómeno ha sido lo suficientemente estudiado y expuesto en reportajes y ensayos: Los barones de la cocaína, del colombiano Miguel García, así como también en la narrativa de ficción: El poder del perro, de Don Winslow.
En el primero de los textos mencionados el lector encontrará, en el capítulo México lindo y querido, lo siguiente: “A fines de 1990 se mantenía el tráfico de droga en la ruta de Colombia-México-Estados Unidos. La persecución del avión, el narcotúnel, la cacería de las hormigas humanas, la cabalgata de la cocaína, uno y otro decomiso así lo confirmaban.
“Para México, sin embargo, la situación no era tan dramática como la de Colombia. Los cárteles no se habían convertido en una especia de suprapoder… En ese gran país la lucha antidroga se había caracterizado, como en las otras naciones de América Latina, por la presión indebida de Estados Unidos, que convirtió el caso Camarena en su caballito de batalla para que la DEA realizara más de un atropello. La historia de los años ochenta deja registrada esta actitud norteamericana frente al fenómeno de las drogas, al mirar demasiado la viga en el ojo ajeno y muy poco en el propio.
“El más significativo ejemplo de esta tendencia estadounidense no ocurrió en México, Colombia o Perú; se presentó en Panamá, donde 24 mil hombres armados intentaron durante 240 horas cazar a un folclórico dictador tropical, que antes había sido aliado de primera mano de los norteamericanos”.
Es en este contexto que la relación bilateral con Estados Unidos debe revisarse, para que en esa nación asuman el costo humano y social de su calculada estrategia económica y política en su supuesta lucha contra el narcotráfico, y esta nación pueda respirar en paz, a pesar de que las rutas del narco permanezcan tal cual, pues no hay de otra mientras no se despenalice su consumo, o se meta reversa a la desregulación.
Carlos Slim, identificado como poseedor del toque de Midas, conocido por su audacia e imaginación sorprendente para idear maneras de hacer dinero, parece perder el tacto con sus consumidores mexicanos, cautivos en tanto las reformas a la ley de telecomunicaciones alcanzan la observancia de su cumplimiento por todos: prestadores de servicios y usuarios.
Digo que pierde el tacto, pues mientras festejan el éxito de ser los concesionarios de la señal para la transmisión de juegos olímpicos y fútbol, el origen de milmillonaria riqueza en dólares cae en el abandono.
Me refiero al descudo en que dejan a Telmex y su prestación de Internet. Llevo 10 días sin servicio, y dados los días que corren, con certeza sumarán más, a pesar de que el ingenuo técnico de infinitum, Rodrigo Barragán, me asegurara que el problema es que no estoy sincronizado con el servicio (¿¿¿???). Mi reporte es 11507738. ¿De verdad llegará la competencia?
QMX/gom