
De frente y de perfil
El narcotráfico es fuente de riqueza para el trasiego ilegal de armas
Aspirar a resolver el problema del narcotráfico y sus secuelas equivale a apostar al fracaso, porque por el momento sólo hay una solución viable, pero de imposible realización: legalizar el consumo, para liberar el mercado.
Quien conozca de política y posea una imagen total de lo que significa el trasiego de estupefacientes -naturales y sintéticos-, podrá establecer objetivos reales para disminuir los daños colaterales -en salud, violencia, muerte, economía y educación-, acotarlos, pero nunca erradicarlos, porque el hecho incuestionable es que el cultivo o fabricación de drogas, su distribución y consumo, es quizá el negocio más productivo del mundo, aunque también el más dañino.
El narcotráfico es fuente de riqueza para el trasiego ilegal de armas, para la trata, el secuestro; en países pobres favorece la creación de grupos mercenarios y, en no pocos casos, sustituye a los programas asistenciales de los gobiernos. Para muchos países es fuente de recursos para sus operaciones de seguridad regional y nacional encubiertas. Los barones de la droga son, quizá, los enemigos públicos más peligrosos para el paradigma de la globalización. Se benefician de ella, pero se mueven en el marco del nacionalismo y la idiosincrasia, que la lesionan.
Erradicar la violencia en la lucha contra el narcotráfico, requiere darle su justa dimensión como problema de salud, en el mercado de trabajo y de violación a las leyes vigentes. Sólo de esa manera podrán ahorrarse enormes recursos, como lo hacen las instituciones médico asistenciales con la medicina preventiva. El método idóneo es inhibir el consumo con educación.
La incertidumbre laboral, los malos salarios, el desempleo, así como el abandono del campo y la migración de campesinos a la ciudad, favorecen que los barones de la droga encuentren no nada más sicarios, sino también halcones, narcomenudistas y mano de obra para los laboratorios y el trasiego de estupefacientes. Una política de pleno empleo es quizá el mejor remedio para erradicar la violencia como consecuencia del narcotráfico y las disputas territoriales.
Cuando EPN dijo en Colombia que en política anti narcóticos no habrá pacto ni tregua, significa que tiene otras alternativas que continuar echando bala y desprestigiando a las Fuerzas Armadas, porque además de convertir en políticas públicas la prevención y el pleno empleo, con toda certeza en su organismo anticorrupción se establecerán las normas legales que permitan desmembrar las nóminas de los barones de la droga, seguramente elaboradas al mejor estilo del personaje de Mario Puzo, Vito Andolini.
El combate a la corrupción, como el que debe desplegarse contra el tráfico de estupefacientes, también debe ser preventivo. Si el gobierno priista que regresa al poder no establece un programa de recuperación de valores cívicos, no habrá estímulos económicos ni salarios millonarios que valgan.
Quien se corrompe sin importarle que su actitud perjudique a la patria, a su familia, a su Estado, al futuro de sus hijos, lo hace porque no tiene confianza en sus autoridades, que ponen el ejemplo, y porque desprecia a su gobierno.
QMex/gom