
Teléfono rojo
¿Qué quiere el Estado: fortalecerse él mismo, o dejar las decisiones fundamentales en manos de los poderes fácticos de la información?
El contencioso legal entre Joaquín Vargas y el Estado mexicano está lejos de resolverse. Este litigio por una parcela de poder, pone a la atención de la sociedad el valor real que deben tener los derechos de las concesiones en telecomunicaciones, porque enriquecen a los concesionarios y adelgazan la hacienda pública.
Las posibilidades de obtener recursos para las políticas públicas e impulsar las reformas estructurales, trascienden la comprensión de los legos en la materia, pero siempre se puede encontrar una explicación asequible para comprender la disputa por las fuentes de riqueza, como ocurre con la definición de fibra oscura: “es toda aquella fibra óptica que no se utiliza. Es muy apreciada en las telecomunicaciones, ya que la fibra óptica permite enviar información en gran cantidad y a enormes distancias sin verse afectada por interferencias electromagnéticas”.
Hoy todos guardan silencio sobre la fibra oscura que corre a través del cableado de la CFE. Hace dos años motivó una discusión pública. Hasta aquí el aspecto técnico y económico. Vamos al valor político y social.
La radio y la televisión transmiten más información y actualizan o deforman más los valores, de lo que se cree. La caja idiota se transformó en una pantalla plana con bluetooth, conexión a Internet y la posibilidad de almacenar datos. Pero va más allá. En Crítica de la modernidad, Alain Touraine pone al lector al día, en lo que al significado real de la TV se refiere.
“… es alrededor de la televisión, el principal de los medios de difusión, donde el debate público se encuentra menos organizado y donde ha sido reemplazado por una extrema ambivalencia de las actitudes frente a ella. Un canal de televisión transforma todo en espectáculo y, con frecuencia, sólo trata de aumentar su participación en el mercado; pero también lleva a cada casa rostros, palabras, gestos que transforman a seres humanos remotos en nuestros prójimos… La atracción de los programas más fáciles, que reducen al espectador a mero consumidor, no es felizmente lo bastante fuerte como para eliminar a su contrario, el efecto de la expresión, la revelación de lo que está lejos o próximo porque se impone bruscamente a nosotros con su peso de interrogación y participación.
“Más complejos pero también más visibles son los movimientos de rebelión contra un poder totalitario o autoritario, que oriente los espíritus y las costumbres así como organiza la producción, que concentra en sus manos todas las formas de poder político, económico y cultural. La figura más vigorosa de estas últimas décadas es la del disidente…
“El gran vuelco de la acción colectiva que pasa de los temas económicos a los personales y morales no se observa solamente en las formas más organizadas de movilización. Por el contrario, resulta más visible en las preferencias o en los temores, en las opiniones y actitudes expresadas en la vida cotidiana, lo cual determina un fuerte desafecto por las instituciones políticas y las ideas sociales”.
Una larga cita, para concluir con preguntas: ¿qué quiere el Estado con la ley de telecomunicaciones? ¿Fortalecerse él mismo, o dejar las decisiones fundamentales en manos de los poderes fácticos de la información? ¿Regalar las concesiones, o darles un valor real? Ya lo atestiguaremos.
QMX/gom