Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Si Dionisio Pérez Jácome padre viviese, tendría el rostro cubierto de vergüenza, porque su vástago fue incapaz de operar con eficacia y eficiencia una atribución legitima del Estado, al que representa en la SCT. Lo menos que puede decirse, es que se condujo con las patas.
El gobierno, entonces, decide retirar antes de tiempo el usufructo de una concesión que para los proveedores de servicios de entretenimiento y comunicación es una mina de oro, como para los restauranteros lo es la concesión del restaurante del lago de Chapultepec.
¿Recuerda Joaquín Vargas todos los tejes y manejes que hubo de hacer con los autoridades del gobierno del Distrito Federal y las federales, para “arrancar” la concesión del restaurante del lago de Chapultepec a sus concesionarios originales -las familias Escofet y Carramiñana-, y agandallarla para el exclusivo enriquecimiento de sus familiares?
Si lo recuerda con exactitud, no tiene por qué asombrarse, llamarse ofendido, sostener que le apretaron las tuercas y argüir con el nombre de Carmen Aristegui por delante. Se comportan con la familia Vargas, como dicha familia promovió que se comportaran con los concesionarios originales del restaurante del lago de Chapultepec.
Este sainete mediático y político ofrece lecciones para todos, pues los concesionarios de los medios de difusión por radio o tv deben recordar que usufructúan una propiedad de la nación, de los mexicanos, y en cualquier momento, con razón o sin ella, el gobierno que administre los bienes del Estado puede cancelarles dicha concesión, sin necesidad de expropiarles las propiedades a través de las cuales las explotan.
Los propietarios de los poderosos medios electrónicos deben poner sus barbas a remojar, porque el abuso de las atribuciones -disfrazadas de libertad de expresión y constitucionalidad- que ellos mismos se diseñaron y construyeron pueden hartar al gobierno y a los mexicanos, de tal manera que lo sucedido a los dueños de MVS también puede ocurrirles, sin necesidad de que el Estado explico sus motivos.
La otra gran lección, es que el presidencialismo mexicano se agotó, como lo muestra la acre recriminación de Joaquín Vargas al presidente constitucional y sus adláteres.
*De un lector: La impunidad ha cultivado lenta y profundamente nuestra desconfianza. ¿Cómo acotarías al poder Judicial?
QMex/gom