Iglesia, factor de estabilidad social
El poeta y los legisladores que la promovieron y aprobaron se equivocan; la restitución, rehabilitación y compensación posibles, son la procuración y administración de justicia.
Son otros los dilemas que amenazan con fracturar la buena opinión sobre la Ley de Víctimas. Nada que ver con su constitucionalidad, jurisprudencia y carencia de recursos económicos para aplicarla. El asunto es el resarcimiento.
Escribieron los interesados en promoverla: “La promulgación de La Ley de Víctimas es un paso decisivo para recuperar el tejido que se rompió con la demencial violencia del crimen organizado y la irresponsable política de guerra de Felipe Calderón. Se trata de un triunfo de la sociedad civil y de un encomiable compromiso del gobierno de Enrique Peña Nieto, que entendió la gravedad del problema y superó las trabas colocadas por la administración anterior.
“El poeta Javier Sicilia pronunció otro discurso extraordinario: <<Esta ley no debió haber sido, es la consecuencia de la no aplicación de las leyes que están hechas para la protección y la justicia de los ciudadanos, es la consecuencia de la impunidad, de la corrupción, del desprecio, de la erosión del esqueleto moral y político del Estado mexicano, y de una guerra que nunca debió haber sucedido>>.
“Sicilia contrastó la palabra traicionada por Calderón con la palabra cumplida por Peña Nieto. Esta vez no ofreció al Presidente un escapulario ni un beso en la mejilla. La distinción simbólica es importante. Muchos han cuestionado el gesto “alocado” de besar personas no siempre agradables. Sicilia ha insistido en este recurso del cristianismo primigenio. El beso no es un certificado de acuerdo; denota un encuentro, una posibilidad de acuerdo. Mientras más lejano sea el interlocutor, más valor tiene el gesto. El sobrio abrazo entre el poeta y el Presidente resultó alentador: no fue necesario otro símbolo”.
No se trata de símbolos, sino de la realidad. En el artículo primero de la citada Ley, dicen los legisladores: “La reparación integral comprende las medidas de restitución, rehabilitación, compensación, satisfacción y garantías de no repetición, en sus dimensiones individual, colectiva, material, moral y simbólica…”
El poeta se equivoca y los legisladores que la promovieron y aprobaron también, porque la única restitución, rehabilitación y compensación posibles sólo están en la procuración y administración de justicia.
Seamos sensatos, no hay manera de restituir una vida, de rehabilitar una mente enferma después de la tortura y la mutilación, de compensar pecuniariamente la pérdida de un ser querido.
¿Quién o quiénes pondrán precio? ¿Quién, en su sano juicio, aceptaría cien mil pesos para restituir o compensar la vida de un ser querido, la cordura de un ex secuestrado, la mutilación?
Conozco a familiares de desaparecidos, he conversado con ellos, he escuchado su dolor y me he condolido por la ausencia de justicia. ¿Cómo funciona para ellos la Ley de Víctimas? De allí que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se comprometiera con algo que es imposible cumplir: buscarlos. ¿Para qué? Para hacer justicia al entregar a sus familias los restos de sus seres queridos. Eso es restitución.
QMX/gom