Desde el Cuarto de Guerra
Cortejar siempre será de mal gusto y hacerlo desde el poder incomoda y preocupa. A los peores presidentes de México les ha dado por cortejar al pueblo; no suena mal, pero es mejor gobernar bien, aunque implique abandonar la práctica de halagar al respetable.
Esa es una de las querencias de López Obrador, al tiempo que le da por la ofensa y la majadería por igual, a instituciones como la UNAM, CIDE, INE, Corte, Tribunal Electoral, que a quienes las representan o incluso a particulares, empresas o personas.
Elogiar la pobreza y condenar la legítima aspiración de mejorar resultan en cortejo y ofensa, al igual que la austeridad como expresión pública interesada, no como forma de vida, carece de valor.
Para ofender, el Presidente invoca libertad de expresión, sin advertir que es un derecho de los ciudadanos; las autoridades tienen obligaciones, y con relación a la comunicación están sujetas al respeto, a la objetividad informativa y a no emitir juicios de valor, opiniones o señalamientos que puedan afectar a personas.
La falta de formas se ha vuelto virtud. Los electores suelen votar a candidatos impresentables como El Bronco en Nuevo León en 2015 o a frívolos como su sucesor en 2021. El desenfado de López Obrador va más allá; se trata de falta de formas, de descuido deliberado y calculado, con la intención de ofender. Lo fue antes de que llegara a la Presidencia y sigue ocurriendo, y se agrava cuando responde a una crítica o a un ataque. La intolerancia se apodera de él desbordándolo.
Perder la compostura puede sucederle a cualquiera, como recientemente al presidente norteamericano Joe Biden en un encuentro con medios. Con humildad tuvo que disculparse con el periodista ofendido. López Obrador no tiene esa palabra en su diccionario, porque para él humildad y humillación son lo mismo. En defensa de su favorito en turno, Pedro Salmerón, ofendió a todos los que públicamente le recriminaron su decisión. Llegó al extremo de maltratar a la canciller panameña Erika Mouynes.
Al presidente no le importa la opinión sobre la inconveniente e impresentable propuesta de embajador. Pronto el historiador Salmerón pasará al gobierno a manera de reivindicación, de la misma manera que Félix Salgado Macedonio, denunciado por violación, a quien premiaron haciendo a su hija Evelyn gobernadora de Guerrero.
El presidente también ha sido sobradamente rudo con sus excolaboradores. Son muchos los casos, y en la mayoría lo menos por decir es la total ausencia de sentido de gratitud, así sucede con quienes algo descompuesto tienen en el alma. También le ha faltado un trato comedido con quien ha sido su mejor operador legislativo, Ricardo Monreal.
Seguramente López Obrador considera que cuidar los modos es una forma de hipocresía y, ciertamente, en algunos casos lo es, por lo que no puede ser una forma regular de conducta, sobre todo, por sus desaciertos respecto a algunos con quienes ha sido excesivamente obsequioso: López Gatell, Santiago Nieto, Félix Salgado Macedonio, Pedro Salmerón, Donald Trump y algunos más en su repertorio de favoritos. López Obrador no conoce lo que es la auténtica adversidad; no es lo que sí ha padecido, la pretensión esquiva, sino la de la ingratitud y el ataque cuando se deja el poder, mucho más cuando su ejercicio estuvo acompañado por los excesos, el abuso y la ausencia de formas. Sus pretensiones de trascendencia cada vez se alejan del horizonte, aunque quizá todavía no lo advierta.
Son muchos los casos que comprometen su calidad de hombre de poder ejemplar, además la historia no la escriben los incondicionales y, de hacerlo, no convencen y en no pocas veces son ingratos; más si medió ofensa y los resultados fueron singularmente adversos, como claramente desde ahora se perfila. Cortejar al pueblo queda en el registro de los aduladores, de los seductores falsos y primarios.
El cuidado de las formas es cuestión de buena educación y de civilidad. En la política siempre será un recurso simple, no suficiente, pero útil para encarar al mundo cuando el poder se ejerce en el recuerdo. Federico Berrueto en Twitter: @Berrueto