
Alfa omega del recuerdo
La guerra comercial prolongada de baja intensidad es un concepto que alude a la intervención de un país como Estados Unidos, sobre otro, por largos periodos de tiempo y que implica la afectación en la vida económica, política o social, buscando derrotar la moral y el respaldo político de un gobierno, a través de medidas restrictivas como aranceles, penalizaciones, embargos u obligando a realizar reformas económicas o políticas que afectan la estabilidad interna, la cohesión y la gobernabilidad.
La guerra comercial, que inició Trump lleva una estrategia para doblegar a sus adversarios que en este caso pueden ser China, Canadá, Ucrania o México. La realidad es que el lenguaje público que ha buscado la Casa Blanca desde el comienzo del gobierno de Donald Trump, ha sido lejano y en términos amenazantes con otros países. Como el hecho de haber sugerido la anexión de Canadá como el estado número 51 o la adquisición de Groenlandia, por motivos de seguridad interna, caso que disgustó a los daneses.
Peor aún el condicionamiento a un acuerdo de expropiación mineral a Ucrania a cambio de apoyo militar, o que decir de las tarifas arancelarias del 25 por ciento a México, Canadá y China. Todo ello implícito en una dinámica de desgaste mes a mes, que ha generado días de turbulentos en las bolsas de valores y los tipos de cambio.
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